jueves, 29 de junio de 2023

Solemne conmemoración de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. Lecturas y Reflexiones.

Solemne conmemoración de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo

 Aniversario del martirio de San Pedro y San Pablo - FSSPX.Actualités /  FSSPX.News

¿Qué alabanza más hermosa se puede dar a  los Apóstoles que el testimonio que el Señor mismo ha dado de ellos?

Jesús le dijo a Pedro: "bendito eres" y "Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia", y llamó a Pablo: "vaso escogido, destinado a llevar mi nombre ante príncipes y reyes".

Según la tradición, San Pedro murió crucificado en Roma con la cabeza gacha, bajo Nerón entre 64-67, y en el mismo período San Pablo también murió mártir, nuevamente en Roma, pero a diferencia de Pedro, fue decapitado porque era un ciudadano romano.

 
 
Epístola:
Segunda carta a los Corintios (11:21-12:9)

Tropario de los Apóstoles 
¡Principales en las sedes de los Apóstoles y maestros del universo! Intercedan ante el Señor de todos, que otorgue la paz al mundo y a nuestras almas la gran misericordia.

Santo Evangelio según San Mateo (16:13-19)

Oraciones de los Fieles
Por los que dedican su vida a la expansión del Evangelio en tierras de misión, para que vean en San Pablo un ejemplo a seguir. OREMOS
Por los que se encuentran lejos de su tierra para que la universalidad de la Iglesia haga más confortable ese desarraigo. OREMOS
Por los padres de familia, para que guíen con la fuerza del Espíritu la iglesia doméstica que es su hogar. OREMOS
Por los pobres, los que se encuentran solos, los ancianos, los enfermos para que todos los demás los atendamos con cariño pues son la Iglesia más identificada con Dios. OREMOS
Por todos los que nos hemos reunido en torno a la mesa, para que descubramos que ese misterio nos une con todos los que en el mundo y en todas las épocas se reúnen alrededor del Pan y el Vino. OREMOS (1)

Pedro fue un buen Papa, de muy pocas letras y sin ningún doctorado, cuyas únicas encíclicas fueron dos breves cartas y, al parecer, tuvo un amanuense en San Marcos que en su Evangelio dejó la catequesis que San Pedro daba en Roma.
Fue humilde, por necesidad, porque no podía alardear de mucho, el que había negado públicamente a Jesús por tres veces. Y fue humilde con Pablo, (a quien no le hubiera venido mal aprender un poco de humildad y, así, no hablar tanto de si mismo) que le reprendió por su condescendencia con los judaizantes
Con valentía, y tras la venida del Espíritu Santo, se enfrentó con la multitud judía y sus jefes, echándoles en cara que habían crucificado al enviado de Dios. Soportó la cárcel dos veces y fue azotado. Excomulgó al primer hereje de la Iglesia, Simón Mago. Y al fin derramó su sangre por ese Señor al que le había dicho: “Señor, tú sabes todas las cosas. Tú sabes que te amo”. Abrió las puertas de la Iglesia y reunió un sencillo Concilio en Jerusalén en que declaró que la Ley de Moisés estaba abrogada.[1]
 Aquello de “sobre esta roca levantaré mi Iglesia” les debió sonar a todos aquellos israelitas a divinidad. Para el pueblo de Israel, Dios fue siempre la Roca en la que se sentí seguro contra todos sus enemigos, como un castillo levantado en lo alto de una escarpada roca, que se hace inexpugnable para todo enemigo.
Les debió sonar a que Jesús concedía a su Iglesia participar de la inmovilidad del mismo Dios. Y, realmente, si se ve un poco la Historia, todos los grandes enemigos de la Iglesia han pasado, unos, hace muchos siglos como Nerón, otros, hace decenas de años, como el comunismo ateo, están bajo la fosa del tiempo y la Iglesia sigue viva.
Y la explicación nos la da San Pablo que dice que Cristo es la cabeza y la Iglesia es su cuerpo. Nadie puede ya acabar con el Cuerpo del Hijo de Dios. Una vez pudieron, clavándole con una cruz. Este segundo Cuerpo de la Iglesia, unido a su Cabeza, el Hijo de Dios, nunca jamás será abatido por los enemigos humanos. Será Roca, como Dios es Roca inexpugnable, inconmovible, eternamente firme.(2)


(1)http://www.betania.es/historico/572-13-ord-ped/

miércoles, 28 de junio de 2023

Solemnidad conjunta de San Pedro y San Pablo

La solemnidad conjunta de Pedro y Pablo es la conmemoración del martirio en Roma de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso, celebrada el 29 de junio. Es una de las mayores celebraciones religiosas para los cristianos católicos y ortodoxos.
La fecha podría ser el aniversario de sus muertes o del traslado de sus reliquias.1
En el Santoral católico, es celebrado como solemnidad.


En las últimas décadas, esta fiesta ha sido de importancia para el moderno movimiento ecuménico como una ocasión en la que el Papa de Roma y el Patriarca de Constantinopla han oficiado servicios diseñados para que sus iglesias vivan ésta celebración  más cerca de intercomunión, como participación en lo común. Este es especialmente el caso durante el pontificado de Juan Pablo II, tal como se refleja en su encíclica, Ut Unum Sint (25 de mayo de 1995), en castellano: Que sean uno.
Tal expresión de voluntad de parte de Cristo para con sus discípulos,  venía amparada por la misma voluntad de Su Padre que, lógicamente, no debía querer separación entre la semejanza que había creado.
De Pedro, recordamos que,  vivió momentos muy importantes junto a Jesús:
  • Vio a Jesús cuando caminó sobre las aguas. Él mismo lo intentó, pero por desconfiar estuvo a punto de ahogarse.
  • Presenció la Transfiguración del Señor.
  • Estuvo presente cuando aprehendieron a Jesús y le cortó la oreja a uno de los soldados atacantes.
  • Negó a Jesús tres veces, por miedo a los judíos y después se arrepintió de hacerlo. 
  • Fue testigo de la Resurrección de Jesús.
  • Jesús, después de resucitar, le preguntó tres veces si lo amaba y las tres veces respondió que sí. Entonces, Jesús le confirmó su misión como jefe Supremo de la Iglesia.
  • Estuvo presente cuando Jesús subió al cielo en la Ascensión y permaneció fiel en la oración esperando al Espíritu Santo.
  • Recibió al Espíritu Santo el día de Pentecostés y con la fuerza y el valor que le entregó, comenzó su predicación del mensaje de Jesús. Dejó atrás las dudas, la cobardía y los miedos y tomó el mando de la Iglesia, bautizando ese día a varios miles de personas.
  • Realizó muchos milagros en nombre de Jesús.
Mientras que Pablo, yendo hacia  Damasco, se  le apareció Jesús                                                        en  medio  de  un  gran  resplandor,
cayó en tierra y oyó una voz que le decía: 
“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” ( Hechos de los Apóstoles 9, 1-9.20-22.). 
Con esta frase, Pablo comprendió que Jesús era verdaderamente Hijo de Dios y que al perseguir a los cristianos perseguía al mismo Cristo que vivía en cada cristiano. Después de este acontecimiento, Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía los ojos abiertos no veía nada. Lo llevaron a Damasco y pasó tres días sin comer ni beber. Ahí, Ananías, obedeciendo a Jesús, hizo que Saulo recobrara la vista, se levantara y fuera bautizado. Tomó alimento y se sintió con fuerzas. 
Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco y después empezó a predicar a favor de Jesús, diciendo que era el Hijo de Dios. Saulo se cambió el nombre por Pablo. Fue a Jerusalén para ponerse a la orden de San Pedro.[1]

Los cadáveres de San Pedro y San Pablo estuvieron sepultados juntos por unas décadas, después se les devolvieron a sus sepulturas originales. En 1915 se encontraron estas tumbas  pintadas en los muros de los sepulcros, expresiones piadosas que ponían de manifiesto la devoción por San Pedro y San Pablo desde los inicios de la vida cristiana.
Se cree que en ese lugar se llevaban a cabo las reuniones de los cristianos primitivos. Esta fiesta doble de San Pedro y San Pablo ha sido conmemorada el 29 de Junio desde entonces.

El sentido de tener una fiesta es recordar lo que estos dos grandes santos hicieron, aprender de su ejemplo y pedirles en este día especialmente su intercesión por nosotros.[2]

jueves, 22 de junio de 2023

Domingo IV de Mateo: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa”


                                           "Señor, no soy digno de que entres en mi casa”

Creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él reveladas.[1]



Es impresionante verificar como Jesús entraba y vivía en las casas de la gente: en casa de Pedro (Mt 8,14), de Mateo (Mt 9,10), de Jairo (Mt 9,23), de Simón el fariseo (Lc 7,36), de Simón el leproso (Mc 14,3), de Zaqueo (Lc 19,5). El oficial reconoce: “No soy digno de que entres en mi casa” (Mt 8,8). La gente buscaba a Jesús en su casa (Mt 9,28; Mc 1,33; 2,1; 3,20). Los cuatro amigos del amigos quitan las tejas para que el enfermo baje dentro de la casa donde Jesús estaba enseñando a la gente (Mc 2,4). Cuando ya está en Jerusalén, Jesús se quedó en Betania en casa de Marta, María y Lázaro (12,2). En el envío de los discípulos y de las discípulas su misión es entrar en las casas de la gente y traer la paz (Mt 10,12-14; Mc 6,10; Lc 10,1-9).[2]

Del otro lado, Debemos  de  notar en estos versículos la  bondad  del centurión. Este rasgo de su carácter se manifiesta de tres modos distintos. Le vemos en el tratamiento que da á su siervo: lo cuida tiernamente cuando está enfermo, y se esmera en que recobre la salud. Le vemos también en su cariño por el pueblo Judío. No lo desprecia como otros gentiles lo hacían generalmente, pues los ancianos dan este testimonio importante: "Él ama á nuestra nación." Le vemos finalmente en la generosidad con que patrocinó la sinagoga de Capernaúm: no manifestó su amor para con Israel de palabra solamente, sino también con hechos. Los mensajeros que envió á nuestro Señor apoyaron la petición diciendo: "El nos edificó una sinagoga."[3]

Oración final
La mano del Señor actúa con verdad y justicia,
son leales todos sus mandatos,
válidos para siempre jamás,
para cumplirlos con verdad y rectitud. (Sal 111,7-8)