Llegando al final del año, los
cristianos nos preparamos a vivir uno de los tiempos fuertes del ciclo litúrgico:
la Navidad. En el rito latino, esta preparación se
denomina Adviento ( del latín, “adventus”, que significa “venida”) y comienza
cuatro domingos antes de Navidad.
Además, este tiempo da inicio al Año Litúrgico.
El tiempo de Adviento es un periodo con una triple finalidad:
*Recordar el pasado: celebramos el nacimiento de Jesús en Belén, en la humildad
y pobreza de un pesebre. Esta fue su primera venida.
*Vivir el presente: se trata de vivir nuestra cotidianeidad en la presencia de
Jesucristo, atentos y vigilantes.
*Preparar el futuro: esto es, prepararnos para la segunda venida de Jesucristo,
la Parusía.
También se puede dividir en dos partes: la primera parte que va desde el primer
domingo hasta el 16 de diciembre con un marcado sentido escatológico, esperando
la segunda venida del Señor al final de los tiempos; y la segunda parte, desde
el 17 de diciembre al 24 de diciembre orientada a preparar más específicamente,
el nacimiento de Cristo.
En el rito bizantino, a mitad de
noviembre se inicia la Cuaresma de Navidad. Así, encontramos diversas
celebraciones: la Concepción de Santa Ana; la Conmemoración de profetas,
doctores y monjes. El culmen de la preparación se concentra en los dos domingos
que preceden a la Navidad, una dedicada a los antepasados de Cristo, y otra a
los Santos Padres, entre ellos, los Patriarcas y Profetas que resumen la
historia de Israel. Los cinco días anteriores a Navidad constituyen una
preparación más intensa de la fiesta, son días pro-eortía, es decir,
prefestivos.
Icono Genealogía de Jesús |
Durante este tiempo, ambas liturgias
celebran a la virgen María exaltando la actitud de fe y humildad con la que
María se unió plenamente al proyecto salvífico de Dios, recalcando su presencia
en los hechos que precedieron al nacimiento de nuestro Señor.
En el rito bizantino, adquiere un
carácter marcadamente mariano. Centra la atención en la preparación a la venida
del Señor en el misterio de la Madre de Dios. Como se mencionó anteriormente,
la celebración de la Concepción de Santa Ana es una muestra de ello: esta
fiesta contempla la bendición de Dios sobre Joaquín y Ana, con la divina
maternidad de María ( "Unos
esposos engendran la venerable y divina ternera de la cual de modo inexplicable
procederá el ternero cebado, inmolado por el mundo entero; el extraordinario
misterio, profetizado desde la eternidad, se muestra hoy en un infante en el
regazo de la casta Ana: es María, la divina niña, preparada para ser morada del
Rey Universal de los siglos y para recrear nuestra estirpe".) Cabe aclarar que, para el oriente cristiano,
todos los misterios marianos son cristológicos, es decir, referidos a nuestra
salvación en Cristo.
En la liturgia del Adviento, el 8 de
diciembre es la solemnidad de la
Inmaculada Concepción, festividad que nos remite a la atenta espera mesiánica y
también, a las profecías del Antiguo Testamento, empleados en esta misma
liturgia. Así, se recuerda que la Inmaculada es signo de esperanza, es la
realización de la promesa de salvación hecha por Dios a los hombres porque ella
misma llevó en su seno al autor de esa esperanza.
Para concluir esta sencilla descripción
de la preparación para la Navidad, se puede decir que este es un tiempo para
ser vivido con una firme esperanza, como María Madre de Dios y Madre nuestra,
especialmente de los que sufren y de los que esperan.
Hasta quizás parece una osadía hablar de esperanza porque vivimos en un mundo
que nos señala todo lo contrario en medio de la desesperación, la tristeza, la
crisis no sólo económica sino de valores, la violencia, las guerras... Pero el
cristiano sabe que ha sido llamado a vivir la fe aún en medio de las
tribulaciones. Por lo tanto, este es un tiempo de volvernos hacia nuestra
propia interioridad a través de la oración, de la generosidad y el amor con
quienes nos rodean, tiempo de revisión de nuestras actitudes hacia Dios, hacia
uno mismo y hacia los demás. Es una manera de renovarnos de corazón para disponernos a recibir a Aquel que es Rey
de Reyes, Jesucristo el Señor.
María José Molina
Catequista
Bibliografía:
Jesús Castellano, “El año litúrgico: memorial de Cristo y mistagogía de la Iglesia.
Catholic.net, “El
tiempo de Adviento”