miércoles, 15 de noviembre de 2023

Preparación para la Navidad : La iglesia oriental centra la atención de la venida del Señor en el misterio de la Madre de Dios.

     
Llegando al final del año, los cristianos nos preparamos a vivir uno de los tiempos fuertes del ciclo litúrgico: la NavidadEn el rito latino, esta preparación se denomina Adviento ( del latín, “adventus”, que significa “venida”) y comienza cuatro domingos antes de Navidad.  Además, este tiempo da inicio al Año Litúrgico. 

El tiempo de Adviento es un periodo con una triple finalidad:
*Recordar el pasado: celebramos el nacimiento de Jesús en Belén, en la humildad y pobreza de un pesebre. Esta fue su primera venida.
*Vivir el presente: se trata de vivir nuestra cotidianeidad en la presencia de Jesucristo, atentos y vigilantes.
*Preparar el futuro: esto es, prepararnos para la segunda venida de Jesucristo, la Parusía.
También se puede dividir en dos partes: la primera parte que va desde el primer domingo hasta el 16 de diciembre con un marcado sentido escatológico, esperando la segunda venida del Señor al final de los tiempos; y la segunda parte, desde el 17 de diciembre al 24 de diciembre orientada a preparar más específicamente, el nacimiento de Cristo.

En el rito bizantino, a mitad de noviembre se inicia la Cuaresma de Navidad. Así, encontramos diversas celebraciones: la Concepción de Santa Ana; la Conmemoración de profetas, doctores y monjes. El culmen de la preparación se concentra en los dos domingos que preceden a la Navidad, una dedicada a los antepasados de Cristo, y otra a los Santos Padres, entre ellos, los Patriarcas y Profetas que resumen la historia de Israel. Los cinco días anteriores a Navidad constituyen una preparación más intensa de la fiesta, son días pro-eortía, es decir, prefestivos.

Icono Genealogía de Jesús

Durante este tiempo, ambas liturgias celebran a la virgen María exaltando la actitud de fe y humildad con la que María se unió plenamente al proyecto salvífico de Dios, recalcando su presencia en los hechos que precedieron al nacimiento de nuestro Señor.
En el rito bizantino, adquiere un carácter marcadamente mariano. Centra la atención en la preparación a la venida del Señor en el misterio de la Madre de Dios. Como se mencionó anteriormente, la celebración de la Concepción de Santa Ana es una muestra de ello: esta fiesta contempla la bendición de Dios sobre Joaquín y Ana, con la divina maternidad de María ( "Unos esposos engendran la venerable y divina ternera de la cual de modo inexplicable procederá el ternero cebado, inmolado por el mundo entero; el extraordinario misterio, profetizado desde la eternidad, se muestra hoy en un infante en el regazo de la casta Ana: es María, la divina niña, preparada para ser morada del Rey Universal de los siglos y para recrear nuestra estirpe".)  Cabe aclarar que, para el oriente cristiano, todos los misterios marianos son cristológicos, es decir, referidos a nuestra salvación en Cristo.

En la liturgia del Adviento, el 8 de diciembre  es la solemnidad de la Inmaculada Concepción, festividad que nos remite a la atenta espera mesiánica y también, a las profecías del Antiguo Testamento, empleados en esta misma liturgia. Así, se recuerda que la Inmaculada es signo de esperanza, es la realización de la promesa de salvación hecha por Dios a los hombres porque ella misma llevó en su seno al autor de esa esperanza.

Para concluir esta sencilla descripción de la preparación para la Navidad, se puede decir que este es un tiempo para ser vivido con una firme esperanza, como María Madre de Dios y Madre nuestra, especialmente de los que sufren y de los que esperan.

Hasta quizás parece una osadía hablar de esperanza porque vivimos en un mundo que nos señala todo lo contrario en medio de la desesperación, la tristeza, la crisis no sólo económica sino de valores, la violencia, las guerras... Pero el cristiano sabe que ha sido llamado a vivir la fe aún en medio de las tribulaciones. Por lo tanto, este es un tiempo de volvernos hacia nuestra propia interioridad a través de la oración, de la generosidad y el amor con quienes nos rodean, tiempo de revisión de nuestras actitudes hacia Dios, hacia uno mismo y hacia los demás. Es una manera de renovarnos de corazón  para disponernos a recibir a Aquel que es Rey de Reyes, Jesucristo el Señor.
           
  María José Molina
 Catequista


Bibliografía: 
Jesús Castellano, “El año litúrgico: memorial de Cristo  y mistagogía de la Iglesia.
Catholic.net, “El tiempo de Adviento”