viernes, 16 de febrero de 2024

Primer Domingo de la Gran Cuaresma

 Domingo del Triunfo de la Ortodoxia (Origen del conflicto iconoclasta y su  solución).

En este primer domingo de la Gran Cuaresma de ayuno en las iglesias de tradición bizantina, se conmemora el restablecimiento del culto a los iconos. 

En Oriente, durante más de cien años, a partir del reinado de León Isáurico (717-741) y hasta el reinado de Teófilo (829-842), la Iglesia se asombró ante la persecución de los iconódulos, defensores del culto a las imágenes, desde parte de los iconoclastas, que querían destruir las imágenes sagradas.

El origen del pensamiento iconoclasta se remonta a la prohibición de producir imágenes de Dios, como se expresa en las escrituras del Antiguo Testamento (ver: Éxodo 20.4-5 y Deuteronomio 4.15-19 ), muchos debido a la veneración exagerada de las imágenes, que en muchos casos se consideraron verdaderos ídolos.

Luego de sucesos alternados y dolorosos, donde partidarios y opositores del culto a las imágenes tenían el poder político en sus manos, en 787 se llegó a las definiciones del Segundo Concilio de Nicea, donde se estableció el principio de que, con la encarnación de la Palabra de Dios, Dios se ha hecho visible, experimentable y, por tanto, representable: con la Encarnación del Verbo se ha superado la prohibición de hacer imágenes de Dios.

Las primeras manifestaciones de la iconografía cristiana tuvieron una función didáctica; pero, al entrar a formar parte del culto ritual, las imágenes se convierten en expresión estética de la fe que profesa y vive la Iglesia universal. La crisis iconoclasta en el oriente cristiano, suscitó un profundo debate teológico acerca de la legitimidad, la función y el significado de las imágenes. Estas luchas ahondaron la reflexión sobre las posibilidades de la imagen para expresar, en su forma perecedera, categorías tan diversos como la naturaleza y la gracia, lo humano y lo divino, la inmanencia y la trascendencia. Las discrepancias degeneraron en una contienda entre los partidarios y los detractores de las manifestaciones iconográficas.

Pero una solución completa y definitiva de la cuestión iconoclasta llegó con la muerte del emperador iconoclasta Teófilo, cuando su viuda Teodora, después de haber depuesto al patriarca Giovanni Grammatico, convocó, junto con su hijo Miguel y el nuevo patriarca Metodio, para el 11. Marzo de 843 un sínodo en Constantinopla, donde se restableció definitivamente el culto a las imágenes sagradas. 

La reina, después de haber venerado el Icono de la Madre de Dios, ante la asamblea sinodal enunció estas palabras: Si alguien no ofrece respeto al culto de los iconos sagrados, no adorándolos como si fueran dioses, sino venerándolos con amor como del arquetipo, que sea anatema”. Posteriormente, el primer domingo de ayuno, ella y su hijo Miguel hicieron una procesión con todo el clero y la corte imperial, portando los íconos restaurados, que fueron nuevamente colocados en las iglesias para ser venerados.

Desde entonces las iglesias de tradición bizantina en el primer domingo de Cuaresma lleva los iconos en procesión y proclaman el Synodicon , que es una reelaboración de los actos del segundo Concilio de Nicea. 

Este domingo se llama ortodoxia por el triunfo de la verdadera doctrina sobre la herejía iconoclasta que, al destruir las imágenes, niega la encarnación de la Palabra de Dios.

Entre los defensores destaca el teólogo S. Juan Damasceno que organizó una serie de argumentos tomados de la tradición patrística para construir una teoría acerca de la significación teológica las imágenes. En sus tres discursos De imaginibus refuta los argumentos tanto de los judíos como de los iconoclastas cristianos: «Pues si el Hijo de Dios, tomando la condición de siervo, se revistió de la figura humana y, hecho semejante a los hombres, apareció en su porte como hombre, ¿por qué no vamos a poder representar su imagen?» (De imagínibus I).

Primer Domingo de Cuaresma.

Iconografía y triunfo de la ortodoxia 

 

jueves, 15 de febrero de 2024

Consejos de San Benito para la cuaresma

 

Los exhortamos a que en estos días de Cuaresma guarden su vida con suma pureza, y que borren también en estos días santos todas las negligencias de otros tiempos. Lo cual haremos convenientemente, si nos apartamos de todo vicio y nos entregamos a la oración. Añadamos en estos días algo a la tarea habitual de nuestro servicio, como oraciones particulares o abstinencia de comida y bebida, de modo que cada uno, con gozo del Espíritu Santo, ofrezca voluntariamente a Dios algo sobre la medida establecida, esto es, que prive a su cuerpo de algo de alimento, de bebida, de sueño, de conversación y de bromas, y espere la Pascua con la alegría del deseo espiritual» (San Benito, Regla, Capítulo 49).

El  »renacimiento» del águila: El águila es una de las aves de mayor longevidad. Llega a vivir 70 años. Pero para llegar a esa edad, en su cuarta década tiene que tomar una seria y difícil decisión. A los 40 años, ya sus uñas se volvieron tan largas y flexibles que no puede sujetar a las presas de las cuales se alimenta. El pico alargado y en punta, se curva demasiado y ya no le sirve. Apuntando contra el pecho están las alas, envejecidas y pesadas en función del gran tamaño de sus plumas y, para entonces, ¡volar se vuelve tan difícil…Entonces, tiene sólo dos alternativas: Dejarse estar y morir… o enfrentar un doloroso proceso de renovación que le llevará aproximadamente 150 días. Ese proceso consiste en volar a lo alto de una montaña y recogerse en un nido, próximo a un paredón donde ella no necesita volar y se siente más protegida. Entonces, una vez encontrado el lugar adecuado, el águila comienza a golpear la roca con el pico ¡hasta arrancarlo! Luego espera que le nazca un nuevo pico con el cual podrá arrancar sus viejas uñas inservibles. Cuando las nuevas uñas comienzan a crecer, ella desprende una a una, sus viejas y sobrecrecidas plumas. Y después de todos esos largos y dolorosos cinco meses de heridas, cicatrizaciones y crecimiento, logra realizar su famoso vuelo de renovación, renacimiento y festejo para vivir otros 30 años más.

La renuncia en la Cuaresma es necesaria

No sé si sea verdad o una mera ficción, pero este relato me ha recordado el período de Cuaresma que estamos viviendo, un tiempo que, para muchos, puede ser costoso. De hecho, lo era para San Benito.

El texto del santo que arriba he querido compartirles lo deja muy claro: no se puede vivir la Cuaresma durante todo el año. No todos tenemos las fuerzas para vivirlo. Pero también es verdad que la Cuaresma es necesaria, así como para el águila era necesario ese esconderse en su nido. Sin este período de renuncias, nuestra alma puede volverse vieja, rutinaria y no rejuvenecer.

Con este tiempo litúrgico que la Iglesia nos propone no es que se busque hacernos la vida imposible, sino que, con la oración y los pequeños sacrificios que uno realiza se nos ayuda a fortalecer nuestro espíritu, a darle más fuerza y soportar, luego, los grandes vuelos que aún tengamos por delante en nuestra vida: vuelos que no estarán exentos de dificultades y tentaciones; vuelos que nos llevarán, si Dios quiere, al vuelo definitivo a la Eternidad, al abrazo con Dios.

Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C./ Fuente: www.la-oracion.com /Imagen: https://ar.pinterest.com/pin/590464201123703127/

viernes, 2 de febrero de 2024

Tercer Domingo de la Pre Cuaresma: El juicio Final

Está homilia pertenece a San Gregorio Nacianceno, también conocido como  Gregorio el Teólogo. Fue un arzobispo cristiano de Constantinopla en el siglo IV.​ Está ampliamente considerado como el más completo estilita retórico de la patrística.



Sermón: ¿Hay peor pecado que no tener caridad?
«Conmigo lo hicisteis» (Mt 25,45)
sobre el amor a los pobres 27, 28, 39-40: PG 35, 891ss

¿Te imaginas que la caridad no es obligatoria sino libre, que no fuera una ley sino simplemente un consejo? También lo quisiera yo y lo pensaría con gusto. Pero la mano izquierda de Dios me espanta, allí donde ha colocado los cabritos para dirigirles sus reproches, no porque hayan robado, extorsionado, cometido adulterio o perpetrado otros delitos de este orden, sino porque no han honrado a Cristo en la persona de sus pobres.

Si me queréis creer, vosotros, siervos de Cristo, hermanos suyos y coherederos con él, mientras no sea tarde, ¡visitemos a Cristo, sirvamos a Cristo, alimentemos a Cristo, honremos a Cristo, no tanto ofreciéndole una comida como hacen algunos, o el perfume como María Magdalena, o una sepultura como José de Arimatea, o Nicodemo, u oro, incienso y mirra, como los Magos.

«Misericordia quiero y no sacrificios.» (Mt 9,13) Esto es lo que quiere el Señor del universo, la compasión antes que miles de corderos cebados. 

Presentémosle la misericordia por manos de los abatidos por la miseria, y el día de nuestra muerte nos «recibirán en las moradas eternas» (Lc 16,9), en Cristo mismo, Nuestro Señor, a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos.

https://www.deiverbum.org/mt-25_31-46/#Gregorio_Nacianceno