lunes, 9 de julio de 2018

La Ética Cristiana Del Especialista En Seguridad E Higiene Laboral

El ser humano como continuación de la Obra Creadora de Dios:
“Y dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos y en las bestias y en todas las alimañas terrestres y en todas las sierpes que serpean por la tierra. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya” Génesis 1, 26-27

En la trascendencia vertical Ascendente hacia Dios (por su relación vital como parte fundamental de su espiritualidad) y en su trascendencia vertical Descendente hacia la naturaleza (como continuación directa del plan Divino, como señor de las cosas debe velar y transformar) el ser humano tiene el derecho Divino de la transformación de las cosas a través de su trabajo: “…Con el sudor de tu rostro comerás el pan…” Gen.3, 19
Este sudor al que hace referencia el pasaje Bíblico a la fatiga original a veces pesada que desde entonces acompaña al trabajo humano, pero no cambia el hecho de que este es el camino por el que el hombre realiza “el dominio”, que le es propio sobre el mundo visible.
Lo que nos lleva a una clara conclusión que surge de lo que antecede: la realidad del ser humano es mantenerse y producir su sustento y el de su grupo familiar con el trabajo, producto de sus conocimientos, como artesano, como profesional, etc o producto de su esfuerzo físico como el labrador,  el  peón de puertos, el personal de limpieza, etc.

El ser humano, un ser social:
…Todos los hombres son llamados a un mismo fin: Dios.  Existe cierta semejanza entre la unión de las tres personas divinas  (Misterio Trinitario) y la fraternidad que los hombres deben instaurar entre ellos, en la verdad y el amor. El amor al prójimo es inseparable del amor a Dios….

La persona humana necesita una vida social. Esta no constituye para ella algo sobreañadido sino una exigencia de su naturaleza.
La sociedad es indispensable para la realización de la vocación humana.
Para alcanzar este objetivo es preciso que, sea respetada la justa jerarquía de los valores que subordina las dimensiones materiales e instintivas del ser humano, a las interiores y espirituales. Esto inserta a la persona, ser cristiano en un medio, en este medio la tarea del ser espiritual y del ser material es la de crear los canales de comunicación necesarios entre sus pares para que en el compartir de sus conocimientos, junto a la adquisición de los nuevos conocimientos provenientes de ese compartir, se produzca la adecuación de este medio. A través de la participación activa y comprometida se logrará el cumplimiento del plan Divino.

El hombre, en su derecho al trabajo:
Todo deber trae consigo un derecho. Si todas las personas tienen el deber de trabajar, todas tienen el derecho de exigir un trabajo. Todo ser libre tiene derecho a buscar y a encontrar trabajo.
El derecho al trabajo lo confiere la misma naturaleza. Por lo tanto, el derecho al trabajo es un derecho natural. No existe otra actividad mediante la cual el hombre a través de su labor, ya sea de utilización de su esfuerzo físico o de su esfuerzo intelectual obtenga un resarcimiento pecuniario, acorde con el esfuerzo realizado.
Para ello existen condiciones para cumplir con justicia el derecho de concederle al hombre un lugar donde pueda desarrollar una actividad productiva y son las siguientes:
Que el trabajo esté relacionado con  sus propias capacidades y cualidades.
Que se humanice el trabajo de tal modo que en el se vayan desarrollando todos los aspectos de la personalidad. El trabajo demasiado estandarizado deprime.
Que no corra peligro su salud. Ante riesgos graves que sean inevitables, el trabajo debe ser compensado con bonos de salubridad. Se deben tomar todas las precauciones necesarias contra accidentes y ofrecer momentos compensatorios de relación y descanso.
El Trabajo como dignidad de la persona:
Por otra parte, también es cierto que, el trabajo dignifica a la persona.
Como producto del trabajo del ser humano, no sólo existe el resarcimiento pecuniario, además aparece la fatiga, agradable después de haber cumplido con el cometido de poder demostrar una vez más la capacidad de trabajo como un bien. 
Ya que no es sólo un bien útil, desde el punto de vista económico, o para disfrutar, desde el punto de vista material, sino que también es un bien, desde el punto de vista que confiere al trabajador una dignidad expresa y a la vez la aumenta en si misma.

Todo esto se debe a que el género humano no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, a través de su trabajo, sino que se realiza a sí mismo como persona.
Es por ello que para llegar a esta “dignificación” a través del trabajo es necesario también destacar la virtud dela laboriosidad. No sólo se trata de una virtud en sí mismo, sino que, a través de ésta, se manifiesta la actitud moral del trabajador.
Este hecho no cambia para nada, la situación de que en el trabajo muchas veces la persona vea menguada su dignidad, ya sea por el tipo de tarea que realiza o bien su necesidad laboral sea tal que lo lleve a aceptar cualquier tipo de trabajo. También debemos tener en cuenta en estas observaciones  y aseveraciones un tema fundamental para que, en un marco cristiano se pueda llevar a cabo y es “la dignificación de la persona a través del trabajo, constituye un bien en común”. Entendiendo por esto,  al conjunto de condiciones de la vida social que permiten que los grupos y cada uno de sus integrantes puedan conseguir plena y fácilmente su propia perfección. El bien común afecta la vida de todos. 
Exige la prudencia por parte de cada uno y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad. Comporta tres elementos esenciales:
Respeto de la personal como tal
Bienestar social  y desarrollo del grupo 
Mantenimiento de la paz

El bien común está orientado hacia el progreso de las personas: el orden social y su progreso deben subordinarse al bien de las personas y no al contrario. Este orden tiene por base la verdad, se edifica en la justicia y es vivificado por el amor”.
Básicamente se trata de una buena relación empleado-empleador, en la cual, el empleador vela por las necesidades y se obliga al cuidado de la salud del trabajador y en reciprocidad, el trabajador vela por los intereses de su empleador y pone toda su fuerza de trabajo a las órdenes de su patrón.
La obligación de mantener al trabajador en condiciones salubres:
De acuerdo con las actuales leyes laborales vigentes, el trabajador debe ingresar a su trabajo y salir del mismo indemne, es decir, es obligación del empleador asegurar las condiciones salubres del establecimiento. De esta manera,  el beneficio del trabajador es mantenerse sano durante el tiempo que dure su contrato. 

Pero no solamente de esto se trata, sino que también es obligación del empleador, eliminar los riesgos posibles de accidentes, ya sean riesgos de accidente mortal o simplemente riesgos de accidentes y en el supuesto caso que no se pueda eliminar en forma total y que el trabajador quede expuesto al mismo en forma parcial. Deberá además de dotar a su personal de la correspondiente protección personal;  hacer participar de cursos, en los cuales se explicará los riesgos que se expone y las medidas a adoptar en caso de un inevitable siniestro.
Esto es una manera de proteger al personal en su labor diaria y a la vez generar un lazo entre empleado – empleador.
Otra de las obligaciones primordiales del empleador es brindarle al personal un Servicio de Higiene y Seguridad en el trabajo, el cual velará por la salud de los trabajadores, brindando y aportando su conocimiento al de los trabajadores, para que estos últimos se beneficien con soluciones ingenieriles aportadas para su seguridad.

La ley 19587 de Seguridad en el Trabajo y su Decreto Reglamentario 351/79, es una ley que se diferencia de la anterior 24.557, por tener un espíritu preventivo del accidente en sí y no un espíritu de resarcimiento o remediación de los resultados después de producido el accidente.
Si ahora nos volcamos profundamente en el ser cristiano y la ética como profesional de la higiene y seguridad podemos decir que nuestro deber es lograr una comunión entre ambas cosas.
Lo importante del profesional cristiano es mantener la coherencia entre la línea de vida que baja desde el Creador, teniendo como ser perfectible y dignificante al trabajador y el fiel cumplimiento de la Ley en salvaguarda de su espíritu, además de su vida y su salud. 
De esta manera, estaremos seguros que no sólo brindamos un lugar digno de trabajo, sino que también estaremos ayudando a que el mismo trabajador se realize en sí mismo y a la vez se sienta digno de su tarea diaria. 

Para finalizar les dejo palabras del Papa Francisco en Génova en ocasión de visitar a un Astillero: “…Hago una premisa. La premisa es: el mundo del trabajo es una prioridad humana. Y, por tanto, es una prioridad cristiana, una prioridad nuestra, y también una prioridad del Papa. Porque viene de aquel primer mandamiento que Dios dio a Adán: “Ve, haz crecer la tierra, trabaja la tierra, domínala”. Siempre ha habido una amistad entre la Iglesia y el trabajo, partiendo de Jesús trabajador. Donde hay un trabajador, ahí está el interés y la mirada de amor del Señor y de la Iglesia. Pienso que esto está claro…”
                                                                                               Ing. Ernesto Gómez

1era. Edición Impresa. Revista Allah Mahabba
2da. Edición Digital, con actualización de datos. Revista Allah Mahabba. Año 2018


Materiales bibliográficos consultados:
“Laborem Exercens”,  San Juan Pablo II.
Catecismo de la Iglesia Católica.
Conferencia episcopal Argentina,  1993.
http://opusdei.org/es-ar/article/papa-francisco-habla-al-mundo-del-trabajo/