La solemnidad conjunta de Pedro y Pablo es la conmemoración del martirio en Roma de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso, celebrada el 29 de junio. Es una de las mayores celebraciones religiosas para los cristianos católicos y ortodoxos.
La fecha podría ser el aniversario de sus muertes o del traslado de sus reliquias.1
En el Santoral católico, es celebrado como solemnidad.
En las últimas décadas, esta fiesta ha sido de importancia para el moderno movimiento ecuménico como una ocasión en la que el Papa de Roma y el Patriarca de Constantinopla han oficiado servicios diseñados para que sus iglesias vivan ésta celebración más cerca de intercomunión, como participación en lo común. Este es especialmente el caso durante el pontificado de Juan Pablo II, tal como se refleja en su encíclica, Ut Unum Sint (25 de mayo de 1995), en castellano: Que sean uno.
Tal expresión de voluntad de parte de Cristo para con sus discípulos, venía amparada por la misma voluntad de Su Padre que, lógicamente, no debía querer separación entre la semejanza que había creado.
De Pedro, recordamos que, vivió momentos muy importantes junto a Jesús:
- Vio a Jesús cuando caminó sobre las aguas. Él mismo lo intentó, pero por desconfiar estuvo a punto de ahogarse.
- Presenció la Transfiguración del Señor.
- Estuvo presente cuando aprehendieron a Jesús y le cortó la oreja a uno de los soldados atacantes.
- Negó a Jesús tres veces, por miedo a los judíos y después se arrepintió de hacerlo.
- Fue testigo de la Resurrección de Jesús.
- Jesús, después de resucitar, le preguntó tres veces si lo amaba y las tres veces respondió que sí. Entonces, Jesús le confirmó su misión como jefe Supremo de la Iglesia.
- Estuvo presente cuando Jesús subió al cielo en la Ascensión y permaneció fiel en la oración esperando al Espíritu Santo.
- Recibió al Espíritu Santo el día de Pentecostés y con la fuerza y el valor que le entregó, comenzó su predicación del mensaje de Jesús. Dejó atrás las dudas, la cobardía y los miedos y tomó el mando de la Iglesia, bautizando ese día a varios miles de personas.
- Realizó muchos milagros en nombre de Jesús.
Mientras que Pablo, yendo hacia Damasco, se le apareció Jesús en medio de un gran resplandor,
cayó en tierra y oyó una voz que le decía:
cayó en tierra y oyó una voz que le decía:
“Saulo, Saulo, ¿por
qué me persigues?” ( Hechos de los Apóstoles 9, 1-9.20-22.).
Con esta frase, Pablo comprendió que Jesús era verdaderamente Hijo de Dios y
que al perseguir a los cristianos perseguía al mismo Cristo que vivía en cada
cristiano. Después de este acontecimiento, Saulo se levantó del suelo, y aunque
tenía los ojos abiertos no veía nada. Lo llevaron a Damasco y pasó tres días
sin comer ni beber. Ahí, Ananías, obedeciendo a Jesús, hizo que Saulo recobrara
la vista, se levantara y fuera bautizado. Tomó alimento y se sintió con
fuerzas.
Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco y después empezó a predicar a
favor de Jesús, diciendo que era el Hijo de Dios. Saulo se cambió el nombre por
Pablo. Fue a Jerusalén para ponerse a la orden de San Pedro.[1]
Los cadáveres de San Pedro y San Pablo estuvieron sepultados
juntos por unas décadas, después se les devolvieron a sus sepulturas
originales. En 1915 se encontraron estas tumbas pintadas en los muros de los sepulcros,
expresiones piadosas que ponían de manifiesto la devoción por San Pedro y San
Pablo desde los inicios de la vida cristiana.
Se cree que en ese lugar se llevaban a cabo las reuniones de
los cristianos primitivos. Esta fiesta doble de San Pedro y San Pablo ha sido
conmemorada el 29 de Junio desde entonces.
El sentido de tener una fiesta es recordar lo que estos dos grandes santos
hicieron, aprender de su ejemplo y pedirles en este día especialmente su
intercesión por nosotros.[2]
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