“El Evangelista Mateo cuenta que algunos
fariseos se pusieron de acuerdo para probar a Jesús. Uno de ellos, un doctor de
la ley, le dirige esta pregunta : ‘Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande
de la Ley?’. Jesús, citando el Libro del Deuteronomio, responde: ‘Amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.
Este es el más grande y el primer mandamiento’”.
Jesús, “habría podido detenerse aquí. En
cambio Jesús agrega algo que no había sido preguntado por el doctor de la ley.
De hecho dice: ‘El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo’”.
“Este segundo mandamiento tampoco lo inventa
Jesús, sino que lo retoma del Libro del Levítico. Su novedad consiste
justamente en juntar estos dos mandamientos – el amor por Dios y el amor por el
prójimo – revelando que son inseparables y complementarios, son las dos caras
de una misma medalla”.
“El
Papa Benedicto nos ha dejado un bellísimo comentario sobre este tema en su primera
Encíclica Deus
caritas est”.
El Papa había indicado que “la señal visible que el cristiano puede
mostrar para testimoniar el amor de Dios al mundo y a los demás, a su familia, y a su
comunidad, es el amor por los hermanos”.
Justamente ésta muestra de amor fraterno, se
vive semanalmente en la misa dominical, que se celebra en buena medida, en idioma árabe, para seguir
manteniendo vigente la tradición de los primeros inmigrantes llegados a la
ciudad de Rosario, en la Parroquia Católica San Jorge.
Luego de la Santa Misa, los feligreses,
comparten un momento “en familia”, con Monseñor Ibrahim, que desde hace tantos
años, prepara un café árabe, para sus queridos feligreses.
Tony…amablemente lo convida, mientras se comparten
temas de actualidad acerca de nuestra fe y de las entrañables tierras de Siria,
Líbano y Palestina….
El Papa, continúa diciendo:“El mandamiento
del amor a Dios y al prójimo es el primero no porque está encima del elenco de
los mandamientos. Jesús no lo coloca al vértice, sino al centro, porque es el
corazón desde el cual debe partir todo y hacia donde todo debe regresar y
servir de referencia”.
“A la luz de esta palabra de Jesús , el amor es la medida de la fe, y la fe es el
alma del amor. No podemos separar más la vida religiosa, de piedad, del
servicio a los hermanos, de aquellos hermanos concretos que encontramos”.
Francisco señaló que “no podemos dividir más
la oración, el encuentro con Dios en los Sacramentos, de la
escucha del otro, de la cercanía a su vida, especialmente a sus heridas”.
En este sentido, Saiedna Ibrahim, nos pone al
tanto de los padeceres de los familiares que residen en estas tierras, donde el
deseo desmedido de algunos, a la fecha, no ha dado tregua: siendo la
situación dolorosa emocional y concretamente porque comienzan a aparecer con
urgente necesidad que puedan recuperarse los recursos propios que cada uno de
estos países disponía, antes del conflicto.
“Acuérdense de esto: el amor es la medida de la fe. Tú ¿cuánto amas?
Cada uno se responda ¿Cómo es tu fe? Mi fe es como yo amo. Y la fe es el alma
del amor”.
El Papa destacó que “en medio de la densa selva de preceptos y
prescripciones – de los legalismos de ayer y de hoy – Jesús abre un claro
que permite ver dos rostros: el rostro del Padre y aquel del hermano”.
Jesús, dijo el Santo Padre, “no nos entrega
dos fórmulas o dos preceptos: no son preceptos y fórmulas; nos entrega dos
rostros, es más un solo rostro, aquel de Dios que se refleja en tantos rostros,
porque en el rostro de cada hermano, especialmente el más pequeño, frágil,
indefenso y necesitado está presente la imagen misma de Dios”.
Francisco indicó que “de esta forma Jesús
ofrece a cada hombre el criterio fundamental sobre el cual edificar la propia
vida”.
“Pero sobre todo Él nos dona el Espíritu
Santo, que nos permite amar a Dios y al prójimo como Él, con corazón libre y
generoso”.!![1]
Lic. Susana Moreno
Catequista
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