La mayoría de la gente llega a tener una opinión elevada de sí misma por comparación con los demás. Al fijarnos en los otros, solemos decir:
Amablemente un ángel me condujo al interior.
pero jamás las dejé salir;
porque todos esos rostros estaban llenos de asombro...
¡Nadie esperaba que yo estuviera allí!
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"No soy como aquel" o "Soy superior a esas personas".
El orgullo no existe en el vacío.
En el proceso de elevarnos para colocarnos sobre un pedestal, inevitablemente degradamos al resto al llano.
Un poema anónimo expresa de manera inteligente este lastimoso atributo de la humanidad:
Soñé que la muerte me visitaba la otra noche y
que se abrían las puertas de los cielos.
que se abrían las puertas de los cielos.
Y allí, para mi asombro, estaban algunas
personas que conocí en la tierra:
personas que conocí en la tierra:
aquellos que yo había juzgado
como incapaces o de poco valor.
Palabras de indignación llegaron hasta mis labios,como incapaces o de poco valor.
pero jamás las dejé salir;
porque todos esos rostros estaban llenos de asombro...
¡Nadie esperaba que yo estuviera allí!
En lugar de compararse con los demás, mídase respecto de su propio potencial. Siempre se puede crecer, lograr más y soñar en grande.
El secreto más difícil de guardar para el hombre es la opinión que tiene de sí mismo.
Romanos 12, 3
Por el encargo que Dios me ha dado, digo a
todos ustedes que ninguno piense de sí mismo
más de lo que debe pensar. Antes bien,
cada uno piense de sí con moderación (1)
Por el encargo que Dios me ha dado, digo a
todos ustedes que ninguno piense de sí mismo
más de lo que debe pensar. Antes bien,
cada uno piense de sí con moderación (1)
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