lunes, 23 de junio de 2014

Si muriéramos, querríamos ser sepultadas en una única tumba con un epígrafe: “hemos creído en el Amor”

Compartimos con ustedes parte de una entrevista realizada a Chiara Lubich, fundadora del movimiento de Los Focolares, acerca de su experiencia mística del encuentro con Nuestro Señor!



¿Podría decirme cuándo sintió por primera vez este inmenso amor por Dios?

Chiara:
         Siempre tuve una fe fuerte, nací con la fe, y junto a la fe, estaba el amor por Dios. Pero lo conocía un poco como todos: lejano, quizá más allá de las estrellas, así. Mientras, en cambio, el momento fulminante fue a los 23 años, cuando comenzó a funcionar este carisma. Allí las cosas fueron así: enseñaba en un pequeño orfanato, y un día pasó un sacerdote por allí; me había visto quizá rezar en la Iglesia, no lo sé, y me hizo salir del aula y me dijo: “Señorita, ¿puede ofrecer una hora de su tiempo para mi ministerio a Dios?” Yo, delante de un sacerdote tenía tal fe en Dios, en la Iglesia, que dije: “También toda la jornada”. Y él quedó impresionado y me hizo arrodillar y diciéndome: “Dios la ama inmensamente”. Y yo creí, era como si Dios me lo dijera a través de esta figura.

Recuerdo que, desde ese momento Dios, que antes advertía, sí en el tabernáculo pero también lejano, lo sentí cercano, y he visto que todas las circunstancias son guiadas por Él, que es realmente Aquel que guía la historia grande y la pequeña historia de cada uno de nosotros; que Él es amor y detrás de todo está el amor, que todo es amor, incluso aquello que alguna vez se presenta como negativo, porque Dios lo permite para un bien mayor. Naturalmente lo permite para aquellos que creen en Él Amor.

         Y recuerdo que por la fuerte impresión de ese “Dios te ama inmensamente”, yo lo dije a todos: lo dije a mis compañeras, a mi madre, escribía cartas a mi hermano y a mis hermanas. Y así nacieron también mis primeras amigas, porque: “Sabes que Dios te ama…” “Dios nos ama, Dios nos ama inmensamente”. Hemos creído en el amor. Tanto que estábamos en  guerra, podíamos morir de un momento a otro, y nosotras hemos dicho: “Si muriéramos, querríamos ser sepultadas en una única tumba con un epígrafe: “hemos creído en el Amor”.

         Y así, mientras que antes nuestra vida estaba casi como cubierta por un sentido de orfandad, después hemos encontrado al Padre, hemos encontrado a Dios, y fue allí donde comenzó nuestra revolución cristiana.

         Por otra parte, el kerigma, es decir, el anuncio en nuestra Iglesia, de nuestra fe es justamente: “Dios te ama, Dios ama al hombre. En efecto, por amor te ha creado, por amor ha mandado a su hijo a morir por ti, por amor te prepara una eternidad de felicidad; por amor”. Por lo tanto, el Espíritu Santo, que sabía cómo se anuncia, nos anunció en el modo justo.[1]


PRIMERA ENTREGA
Texto Suministrado por la Sra. Gloria Chale




[1] Rocca di Papa, 18 de abril 2002. CARA A CARA – Chiara Lubich y Sandra Hogget- Primera parte.

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