Parte III. DESAFÍOS Y ESPERANZAS.
¡Ojalá que todo el pueblo profetizara, y el Señor infundiera en todos su Espíritu! (Nm 11,29)
El papa Francisco recordó en el Encuentro con los pueblos de la Amazonía en Puerto Maldonado las palabras de Santo Toribio de Mogrovejo: “no solamente en tiempos pasados se les hayan hecho a estos pobres tantos agravios y fuerzas con tanto exceso, sino también hoy muchos procuran hacer lo mismo”. Dado que todavía persiste una mentalidad colonial y patriarcal, es necesario profundizar un proceso de conversión y reconciliación.
Las comunidades consultadas esperan que la Iglesia se comprometa por el cuidado de la Casa Común y de sus habitantes,“[…] defienda los territorios, que ayude a los pueblos indígenas a denunciar lo que provoca muerte y amenaza los territorios”. Una Iglesia profética no puede dejar de clamar por los descartados y por los que sufren
Además de la pluralidad de culturas dentro de la Amazonía, las distancias generan un problema pastoral grave que no se puede resolver solamente con instrumentos mecánicos y tecnológicos. Las distancias geográficas manifiestan también distancias culturales y pastorales que, por lo tanto, exigen el paso de una “pastoral de visita” a una “pastoral de presencia”, para reconfigurar la iglesia local en todas sus expresiones: ministerios, liturgia, sacramentos, teología y servicios sociales. Las comunidades piden un mayor aprecio, acompañamiento y promoción de la piedad con la que el pueblo pobre y sencillo expresa su fe a través de imágenes, símbolos, tradiciones, ritos y demás sacramentales.
En la voz de los pobres está el Espíritu; por eso la Iglesia debe escucharlos, son lugar teológico. Al escuchar el dolor, el silencio se hace necesidad para poder escuchar la voz del Espíritu de Dios. La voz profética implica una nueva mirada contemplativa capaz de misericordia y compromiso.
Como comunidad solidaria a nivel mundial, la Iglesia reacciona responsablemente ante la situación global de injusticia, pobreza, desigualdad, violencia y exclusión en la Amazonía. El presupuesto fundamental es el reconocimiento de relaciones injustas. Por ello es necesario:
a. Asumir la denuncia contra modelos extractivistas que dañan el territorio y violan los derechos de las comunidades. Levantar la voz frente a proyectos que afectan al medio ambiente y promueven la muerte.
b. Aliarse a los movimientos sociales de base, para anunciar proféticamente una agenda de justicia agraria que promueva una reforma agraria profunda, apoyando la agricultura orgánica y agro-forestal. Asumir la causa de la agroecología incorporándola en sus procesos formativos en vistas a una concientización mayor de las mismas poblaciones indígenas.
c. Promover la formación, defensa y exigibilidad de los derechos humanos de los pueblos de la Amazonía, de las otras poblaciones y de la naturaleza. Defender a las minorías y a los más vulnerables.
d. Escuchar el grito de la ‘Madre Tierra’ agredida y gravemente herida por el modelo económico de desarrollo depredador y ecocida, que mata y saquea, destruye y despeja, expulsa y descarta, pensado e impuesto desde fuera y al servicio de poderosos intereses externos.
e. Promover la dignidad e igualdad de la mujer en la esfera pública, privada y eclesial, asegurando cauces de participación, combatiendo la violencia física, doméstica y psicológica, el femicido, el aborto, la explotación sexual y la trata, comprometiéndose a luchar para garantizar sus derechos y para superar cualquier clase de estereotipo.
f. Promover una nueva conciencia ecológica, que nos lleve a cambiar nuestros hábitos de consumo, a impulsar el uso de energías renovables, evitando materiales dañinos e implementando otros itinerarios de acción conforme a la Encíclica Laudato sì.[75] Promover alianzas para combatir la deforestación e impulsar la reforestación.
g. Asumir sin miedo la implementación de la opción preferencial por los pobres en la lucha de los pueblos indígenas, comunidades tradicionales, migrantes y jóvenes para configurar la fisionomía de la Iglesia amazónica.
h. Crear redes de colaboración en los espacios de incidencia regional, global e internacional, en los que la Iglesia participa orgánicamente para que los propios pueblos puedan expresar sus denuncias a la vulneración de sus derechos humanos.
En este largo recorrido del Instrumentum Laboris, se ha escuchado la voz de la Amazonía a la luz de la fe (I Parte) y se ha intentado responder al clamor del pueblo y del territorio amazónico por una ecología integral (II Parte) y por los nuevos caminos para una profética en la Amazonía (III Parte).
Estas voces amazónicas interpelan a dar una nueva respuesta a las diversas situaciones y a buscar nuevos caminos que posibilitan un kairós para la Iglesia y el mundo. Concluimos bajo el amparo de María, venerada con diversas advocaciones en toda la Amazonía. Esperamos que este Sínodo sea una expresión concreta de la sinodalidad de una Iglesia en salida, para que la vida plena que Jesús vino a traer al mundo (cf. Jn 10,10) llegue a todos, especialmente a los pobres.
Breve Reseña
III y Última Parte
Fuente Digital:
http://www.sinodoamazonico.va/content/sinodoamazonico/es/documentos/instrumentum-laboris-del-sinodo-para-la-amazonia.html
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