miércoles, 21 de septiembre de 2016

La amable dedicación a nuestro hermano

El amor al prójimo se debe hacer  evidente ante todo en la comunidad
“Que cada uno de nosotros trate de agradar a su prójimo para el bien, buscando su edificación " (Ro. 15:2).
Jesús enseña: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado [...]. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Jn. 13:34-35).
Con este encabezamiento, deseamos presentarles a nuestros lectores el  trabajo que realiza el Servicio de       Voluntarias del Hospital de Niños “V. J. Vilela”, que recientemente fue distinguido en su tarea por el Concejo de la ciudad de Rosario.
En el año 1930,  el Dr. Zuasnábar, creó la Asociación pro Hospital de Niños e incorporó a la Secretaría de  Salud Pública de la Municipalidad el VOLUNTARIADO SOCIAL.
Este servicio  contó además de  la colaboración profesional,  con personas animosas e  inteligentes     capaces de hacer el bien por el bien mismo.
También, por el mismo período, se creó el costurero y ropería para el  Hospital, en el cual se enseñaba costura y otras labores manuales,     tareas que estaban a cargo de damas rosarinas.
Se trataba de “curar el cuerpo” y “cultivar el espíritu” y hacer que la obra sea útil individualmente y a la sociedad.
Así comienza la historia de los  Servicios de Voluntarias de Rosario.
Como todo inicio, hubo dudas, pero siguieron luchando por el proyecto, dictando cursos e incorporando nuevas interesadas.
Desde ese día continúa prestando la actividad el Servicio de Voluntarias del Hospital Vilela, trabajando seriamente y amorosamente en esta honrosa actividad, junto al niño internado y su familia acompañando, conteniendo y asistiendo en su proceso de enfermedad.-

Actualmente conforman ese Servicio alrededor de 70 mujeres que realizan el Voluntariado en el Hospital y 10 Voluntarias Costureras que confeccionan la ropa que el pacientito necesita, en el Costurero sito en calle Amenábar 1808 (perteneciente  también al Servicio de Voluntarias).
Todas las Voluntarias están  muy orgullosas de pertenecer y trabajar dentro del Hospital, se sienten muy   cómodas, consideradas y valoradas por la tarea que realizan y el motor es el amor hacia el niño, y contribuir a su recuperación.
Dentro de ellas, es digno destacar a las Sras. Herminia Cereseto de Dou y Concepción Moranta. Ellas estuvieron decididas desde su ingreso al servicio, a hacer “algo por los otros” y a practicar las reglas que  señala la práctica de la solidaridad.
Con el inicio  del Voluntariado del Hospital de Niños tuvieron éxito y sus actividades cada día son una   cabal demostración de excelente práctica de la solidaridad. La Voluntaria Sra. Herminia Cereseto de Dou, nació el  21 de Mayo de 1926,  en una familia de padres muy dedicados a la educación.
En el año 1978,  Herminia se jubila  y en el mismo año ingresa en el  Servicio de Voluntarias del Hospital.
Siempre fue una Voluntaria muy comprometida y muy dedicada al Servicio, especialmente en Costurero, pero muy conocedora de la función de la Voluntaria dentro del Hospital, por tal motivo siempre es la primera invitada a dictar parte del Cursillo de Ingreso para las Aspirantes a         Voluntaria que se realiza todos los años. Las Voluntarias la consideran el “alma mater” del Servicio, por su  trayectoria, conocimientos y sus años dentro del mismo.
Herminia, cuenta con 90 años de edad y manifiesta una felicidad plena al estar en el Hospital,  y en el Costurero, sus relatos y experiencias son imborrables en su mente.

Por su parte, la Sra. Concepción   Moranta, nació un 20 de Marzo de 1922, en Barcelona, España.  Esta catalana de nacimiento, pero rosarina por adopción,  guapa y tesonera llegó al Hospital de Niños e ingresó al   Servicio de Voluntarias en el año 1989.
Desde ese entonces, todos los días les sirve el desayuno a los niños del   sector de Onco- hematología.
Al día de hoy y con sus 94 años, después de 27 años sigue firme extendiendo su mano solidaria, su corazón y su alegría.
Tanto Herminia, como Concepción son un ejemplo de solidaridad, de  generosidad y nobleza, valores que practican diariamente aportando en su tarea la cooperación y el sostén a   niños y sus familiares que necesitan ser abrigados.
En su tarea, vemos como el amor a Dios se manifiesta también en la amable dedicación hacia el hermano y la hermana en la comunidad, independientemente de su manera de ser o de su posición social.
Como católicos, el accionar de estas mujeres nos lleva a  recordar que  el “amor recíproco" es una fuerza especial que nos ayuda a mantenernos unidos en la comunidad y nos confiere calidez a la vida en la misma.
A partir de este reconocimiento surge el compromiso de tratarnos  recíprocamente con entrañable     misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre y paciencia.
Cada comunidad local puede ser vista bajo la imagen del cuerpo de Cristo.
Cada uno de nosotros, que pertenecemos a la comunidad somos miembros de este cuerpo. Así todos los miembros de la comunidad estamos unidos el uno con el otro y comprometidos el uno con el otro por la cabeza en común: “Dios ordenó el cuerpo [...] para [ ...] que los miembros todos se preocupen los unos por los otros".
Cada uno sirve al bienestar del todo participando de la vida del otro; se sobreentiende que es compasivo con el dolor y se regocija por lo bueno que le sucede al otro. “De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan".
El ejemplo de estas mujeres, es una preciosa ocasión para hacernos cada vez más  conscientes de lo que el  Señor nos habla en a través de sus Sagradas Escrituras: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular" (1 Co. 12:26-27).

Lic. Susana Moreno
Catequista

Fuente: Concejo Municipal Rosario. León, Daniela.(05/16) Diploma de  Honor a las Sras. Herminia Cereseto de Dou y Concepción Moranta.
Cortesía: Dra. Marta Ibáñez.

Publicado en la Revista Allah Mahabba, edición impresa, Año XVII, N° 49, Agosto 2016. 



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