En la entrevista, Sandra le pregunta a la fundadora del
movimiento de los Focolares:
¿Por qué cree
que la siguieron tantas chicas? ¿Conoce la fábula del flautista mágico? Él
sonaba la flauta y los niños lo seguían. Y todos estos jóvenes la han seguido
como si siguieran su música…
Chiara:
Este carisma, yo hablo mucho de amor pero ha sido un carisma de luz, me
hizo ver, me hizo entender desde el principio que habríamos llegado, por decir
así, a todo el mundo. Ya desde el inicio le habíamos pedido que se realizara..
porque Jesús tenía… en un momento importante de nuestra vida, al inicio, era la
fiesta de Cristo rey, recuerdo, y la
Misa decía: “Pídeme y te daré a toda la gente”, me acuerdo
que nosotros lo sentíamos ya.. yo les decía a mis compañeras: llegaremos a todo
el mundo. Y ahora estamos. Y en aquel momento, juntas, rezamos, para poder ser
instrumentos para llevar este espíritu de amor y de luz a todo el mundo.
Yo estaba continuamente bajo la acción de esta luz que me iluminaba acerca
de cómo teníamos que actuar, qué hacer, sobre cómo tendría que ser, no se,
nuestra manera de trabajar, de rezar, de estudiar, de comunicar, nuestra manera
de usar las casas, de vestir… yo tenía siempre luz, al inicio sobre todo, sobre
estas cosas, después sobre toda la expansión, en todos los continentes, sobre
cómo se tenía que organizar este movimiento, que tenía que ser sobre todo un
pueblo, donde las estructuras se mantuvieran escondidas en su interior, pero un
pueblo. De hecho el Papa nos llama “pueblo de Dios”. Y todo eso se ha
realizado. Pero yo lo preveía ya en los primeros tiempos, yo le decía a mis
compañeras en el primer focolar, “existirá un arte nuevo, una política nueva,
todo será renovado”, es por esto que no me di cuenta cuando terminó la guerra,
porque yo estaba llena de este carisma que derramaba sobre el Movimiento.
Nosotros íbamos adelante, literalmente no me di cuenta de que la guerra había
terminado. Después me lo dijeron y lo vi.
Y sabe, también ahora, es todo luz. Soy guiada por El, por este carisma
que es un don del Espíritu Santo.[1]
Material aportado por la Sra. Gloria Chale
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