jueves, 29 de agosto de 2024

Cristianos de Oriente:¿Conocen los orígenes de su Iglesia Melkita?

A lo largo de décadas y siglos, nuestro país en Oriente Medio, fue invadido por una política de oscurecimiento, y de desinformación inculcando en las mentes de generaciones y  generaciones todo aquello que, en definitiva, es banal. Pero,  estas acciones aparentemente  sólo superficiales tenían un propósito:desdibujar la identidad y diluir la  raigambre y la tradición de los cristianos de Oriente Medio.
Ante el insistente pedido de muchos de nuestros fieles creyentes, presentamos una reseña de los orígenes del surgimiento de la Iglesia en su conjunto y en particular de la Iglesia greco – melkita.
¿Sabías….por ejemplo…..que tu  Iglesia es la más antigua de todas? SI!!! Y hasta me atrevería a decir: “La madre de todas las Iglesias”. Porque es en  “Tú Nazaret” dónde se realizó el misterio de la Encarnación, es en “Tu Belén” donde llegó la plenitud de los tiempos, dividiéndose la Historia Universal en antes y después de Cristo.
Es sobre la tierra de “Tu Galilea”, donde caminó el Señor y fueron su trigo y sus olivares los que le     proveyeron el alimento. Fue en las cimas de sus montañas, donde Se Transfiguró  rezó, y sobre sus montes anunció y predicó la Buena Nueva. Fue en sus aldeas, donde la multitud le suplicó, y fue aquí donde El Señor, derramó Su Misericordia: sanando enfermos, perdonando y librando de la muerte a muchos de ellos.
Fue sobre la orilla de su mar, donde Jesús, invitó a sus primeros Apóstoles a seguirlo. Y en Simón Pedro fundó Su Iglesia, prometiendo que las    puertas del infierno no prevalecerán sobre Ella.
Por último, fue en “Tu Jerusalén”, donde sufrió, murió, resucitó, ascendió a los cielos y envió Su     Espíritu Santo para guiar Su Iglesia y llevar su mensaje salvador al mundo entero.

LA IGLESIA: 
Los primeros tres  siglos
Encontraremos en los Hechos de los Apóstoles, la mejor guía acerca del nacimiento de la Iglesia y los comienzos de su  crecimiento y expansión.
Después de la Ascensión de Cristo, los apóstoles volvieron a Jerusalén y eligieron al discípulo que reemplazaría a Judas Iscariote: sería Matías, quién se sumó a los once. (Hch.1, 12-26)
En Pentecostés, llenos todos ellos del Espíritu Santo que se manifestaba en forma de lenguas de fuego, llevó a Pedro a predicar, convirtiéndose cerca de 3000 almas, quienes a partir de ese momento, siguieron la enseñanza de los apóstoles, viviendo en oración y compartiendo la fracción del pan: La Eucaristía, así como todo lo que tenían era puesto en común (Hch.2, 1-47). 
Así ocurrió la sanación del paralítico -desde el seno materno- por intervención de Pedro y Juan, milagro que sumaba mayores fieles, llegando a cinco mil personas. 
Pero, los sumos sacerdotes empezaron a perseguir también a los discípulos y los azotaban, poniéndolos presos y amenazándolos para que no hablen a nadie en nombre de Jesús. (Hech, 3-5)
Cerca del año 36, con la multiplicación de seguidores de Jesús, se designaron los primeros diáconos para colaborar con los apóstoles en el servicio. Así fueron convertidos y bautizados creyentes, en Judea, Samaria, Jerusalén, Gaza, Cesárea,   Lida, Joppe, extendiéndose todas  estas noticias por la región y muchos creyeron en el Señor. Cruzaron a   Fenicia y Chipre hasta Antioquía.
¿Qué diremos de Saulo?... que pasó de perseguidor a Apóstol de los gentiles!!!. Luego que Ananías lo guía  bautiza, y después que transcurrieron tres años en Hauran (50 kms. de Damasco), Pablo sube a Jerusalén y luego a Antioquía, junto a Bernabé, donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de cristianos. (Hech.11, 25-26). 
En sus travesías para cumplir con el propósito de llevar la Buena Nueva llegó a Grecia y en viajes posteriores supervisó todas  las iglesias de la   zona, volviendo a Jerusalén y llegando a Roma donde vivió tremendas tempestades, terminando decapitado a manos de Nerón en el año 67.
Asi fue como, en menos de 40 años después de la muerte y resurrección de Cristo, las semillas del cristianismo que surgieron en nuestro país: “Madre de Iglesias” llegaron a todas las ciudades del Mediterráneo, creciendo paulatinamente en su interior durante los siglos II y III, a pesar de las comunidades judías de un lado y de las persecuciones de los emperadores romanos paganos del otro.
En ésta época dura y agitada, no se puede dejar de recordar algunos  nombres que realmente llenaron de luz a la Iglesia con su santidad. Al lado de miles de mártires  junto a la Virgen María, el casto José, los 12 apóstoles, los 70 discípulos, los 7  diáconos, José de Arimatea y Nicodemo, las mujeres Miróforas. Los primeros cristianos se distinguieron con su fe, su piedad y testimonio de caridad. Recordemos:
En Damasco a Ananías.
En Antioquía: centro del cristianismo después de Jerusalén, al apóstol Pedro, el primer obispo sucedido por Ifodio y luego por Ignacio. Lucas el evangelista ayudante de Pablo. Santa Tecla, la primera entre los mártires que iguala a los apóstoles y los dos santos médicos: Cosme  y Damián.
En Edessa, en la actualidad Sanliurfa (se la llamó “Edessa” en memoria de la ciudad homónima y antigua capital de Macedonia: Tatiana, reunió los 4 Evangelios en uno.
En Alejandría: tiene como primer obispo a Marcos, discípulo de San Pedro y fundador de la famosa   escuela de Alejandría. A Marcos, lo sucedió San Clemente –Doctor en Cs.Sagradas de la Iglesia-, Orígenes –el famoso teólogo- y la grande entre las mártires Santa Katrina.
En Asia Menor, actual Turquía: el apóstol Juan, al mando de la iglesia de Efeso, fue desterrado a la isla de Pathmos, donde escribió el  Apocalipsis. Los dos mártires: Policarpo y Policratos, obispos de Esmirna y Efeso respectivamente  tuvieron conversaciones con el Papa Víctor acerca de la fiesta de Pascua.
En Macedonia y Grecia:  los obispos: Dionisio Aeropagita, de Atenas y Dionisio de Corinto.
En Cartagena y el norte de África: Tertuliano y Cipriano.
En Occidente: Irineo, obispo de Lion, nacido en Oriente.
La mayoría de estos Santos dejaron escritos de orden teológico deslumbrante.
Es entonces, a partir de la primera Iglesia, surgida en nuestro país, como un puñado de hombres simples se lanzaron a predicar la Palabra y sólo llevó trescientos años para hacerse el Mensaje Salvífico del Señor omnipresente: desde Persia, La india, surcando el océano Atlántico, para llegar a Inglaterra, a África, destacándose en ellos el modelo de santidad, ciencia y virtud ofrecido al mundo entero.
EL EDICTO DE MILAN (JUNIO 313):

Luego de tanto tiempo de persecuciones, el Rey Constantino decretó el famoso Edicto, otorgando a los ciudadanos del Imperio la libertad de creencia y la práctica religiosa: por primera vez los cristianos fueron   reconocidos oficialmente!
El mismo Rey Constantino abrazó la religión cristiana, así como su madre: Santa Helena, quién peregrinó a    Tierra Santa y encargó la construcción de templos en las ciudades como Belén y Nazaret. Por su parte, el Rey, construyó en la costa del Bósforo una segunda capital que llamó Constantinopla. 
Entretanto la Iglesia mantenía una organización similar a la administración del imperio: con provincias y regiones a cargo de obispos y vicarios. Roma ocupó el primer lugar por tener allí a los dos apóstoles:   Pedro Y Pablo martirizados y  enterrados. Luego le siguió Alejandría y Antioquía.
Pero luego de la fundación de Constantinopla, reclamó el primer lugar después de Roma, por ser     segunda capital del Imperio. Después de largos debates, en el IV Concilio de Calcedonia, (451) se la reconoció en primer lugar antes que Alejandría y Antioquía, se agregó a Jerusalén (ciudad de la Cruz y Resurrección) y se elevaron todas éstas al nivel de patriarcados.
Este ordenamiento de la Iglesia, se conservó hasta la mitad del segundo milenio, cuando comienza a ramificarse la  Ortodoxia en nuevas iglesias   patriarcales o de gobierno autónomo.

DEL SIGLO IV HASTA LA APARICIÓN DEL ISLAM
Con la aparición de herejías y nuevas sectas, la Iglesia se vió frente a peligros inminentes. Muchas veces ni los más exigidos desarrollos filosóficos pueden ser fuente donde quepa la riqueza de los misterios teológicos. Por ejemplo: ¿Cómo congeniar entre la unicidad de Dios con la Trinidad de personas en El? Estos debates hizo necesaria la tarea de pastores, exegetas y concilios.
De las herejías más peligrosas surgió el arrianismo, que convocados en un primer Concilio definieron que “El Hijo es consubstancial al Padre”. A pesar de esta declaración, el arrianismo siguió teniendo seguidores, lo que llevó a convocar a un Segundo Concilio en Constantinopla que agrega: “El Espíritu Santo, Señor, Vivificador procede del Padre”.
También hubo discrepancia acerca de la Encarnación Divina: El Hijo, Verbo de Dios se encarnó  se hizo hombre, es Dios y hombre. Entonces: ¿cuál es la relación entre ellos? Es una persona o dos? Tiene una sola naturaleza o dos?
Se reunió el Tercer Concilio en Alejandría (año 341) con la presencia de 200 obispos y se confirmó la unicidad de la persona divina en   Cristo y la dualidad de la naturaleza (humana y divina).
Los desacuerdos continuaron hasta que el Rey Markiano convocó a un cuarto Concilio Ecuménico en Calcedonia en el año 451. En él participaron más de 600 obispos en su mayoría orientales. Allí se reconoció la unicidad de la persona divina y la dualidad de las naturalezas humana y divina en Jesús y la veracidad de  llamar a la Virgen  María: Madre de Dios.
Este Concilio de Calcedonia marcó un antes y un después en Oriente! Porque dejó una enorme división   entre las dos posturas. La división tuvo un   aparente tinte religioso, pero subyacían también otras causas: étnicas y nacionalismo, no menores….
Los monofisitas (creen en una sola naturaleza de Dios) eran los armenios,   los siriacos (Siria, Líbano, Irak, Jordania y Palestina) y los coptos (Egipto). Todos ellos se consideraban colonizados por los romanos bizantinos, y  querían separarse. Resultado de todo esto fue que el Oriente cristiano   quedó resquebrajado en su totalidad, debilitándose por consecuencia.
Antes del Rey Constantino, la cristiandad sufrió persecuciones y  después de él, las dolorosas herejías, pero a pesar de ello, siguieron surgiendo rostros luminosos surgidos de la vida monacal: grandes santos y Padres de la Iglesia.
El comienzo de la vida monacal fue en Egipto bajo dos modalidades: la vida ermitaña, en ésta se destacó   Antonio el Grande “padre de los monjes” (251-356) maestro del monaquismo.
Y el otro camino, es el conventual organizada y liderada por San Bacom ( 292-346), así como surgieron monasterios y conventos femeninos, donde se santificaron: Santa María la egipcia, Theodora de Alejandría….
Se expandió la vida monástica en  Palestina a través de Hilarión el Grande (291-371) en Gaza, San Jaritón  (+350) en Judea, el gran sabio Ironimo en Belén quién hizo la famosa traducción de la Biblia al   latín.

San Efrén
En Siria, de los más famosos monjes: Efrén el Sirio (autor de cánticos maravillosos), Marón el ermitaño(+410), Simeón el estilita (+459) que vivió 38 años sobre una columna y hasta hoy se conservan restos arqueológicos en Alepo.
En Occidente, la vida monacal, se   conoció a mano de San Benito.
Los Padres de la Iglesia, adornaron con su santidad  y sus escritos y elocuencia de discursos los campos de la filosofía, teología, moral y exégesis. Entre ellos: Gregorio el  Iluminado-apóstol de Armenia y   primer obispo-
Basilio el Grande (329-379, Gregorio el teólogo obispo de Nazianza (329-390) Juan Crisóstomo (347-407) ermitaño  luego arzobispo de  Antioquía  y Constantinopla.
¿Qué hay sobre los árabes?
Los Hechos de los Apóstoles (2, 1-13) nos recuerdan que algunos    grupos de las comunidades judías “de toda nación bajo el cielo”presenciaron lo que sucedió el día de Pentecostés, entre ellos “los árabes” de la península arábiga. Y también entre ellos: partos, medos elamitas (de Persia) y los habitantes de     Mesopotamia (Iraq)   Capadocia y Ponto (en Asia Menor), Frigia,   Panfilia (Egipto)…Nos relata la   tradición que todos estos al volver a sus países transmitieron lo que han visto y oído en la fiesta. Tal vez   algunos de ellos fueron bautizados y llevaran a sus países las primeras semillas del cristianismo.
Nos cuenta la historia que las tribus árabes estaban esparcidas en la Península: de Eden, Sanaa, Nigran en el Yemen al Sur a la Meca, Medina, Jaibar en Hiyaz, al Levante y Entrerios al Norte, hasta los límites de Persia al Este. Les llegaron algunos principios del cristianismo a través los desplazamientos de los nómades y las caravanas de mercantes. Por su posición geográfica, entre dos Estados, los romanos y los persas, peleaban entre sí y trataban de dominarlos a nivel político-militar …y en el plano religioso tenían que elegir entre los monofisitas o los   calcedonios.
La mayoría optó por el monofisismo a causa de su cercanía geográfica con los jacobitas y los nestorianos. En   definitiva, gran número pertenecientes a las tribus árabes conocieron el cristianismo al que adhirieron total o parcialmente. En todo caso era un cristianismo  superficial tambaleante y dividido hasta que fueron  sorprendidos por la aparición de una nueva religión  y nuevo Estado.
EL ISLAM
Nació el profeta del Islam Mohamad ben Abdulah en la Meca en el año 570. Ahí comenzó su prédica en 610, pero su gente lo persiguió. Entonces emigró a la Medina en 622 (comienzo del calendario islámico de la Heyira).
Triunfó sobre sus adversarios en la batalla de Badr 624, la de Jandac 627, luego conquistó la Meca (630). Murió en el 632. 
Después  avanzaron  los  ejércitos de los   musulmanes   y en   pocos años conquistó Siria (Damasco-634, Yarmuk-636,  Antioquía-638),  Palestina (Jerusalén-637)   Líbano   (Trípoli y Tiro-638),  Egipto   (Alejandría-641), Iraq (Kadicia-635)y Persia (Nahawand 640).
Y así, en menos de diez años de la muerte de Mohamad, tres patriarcados de los cinco que gobernaban el mundo cristiano cayeron bajo el dominio islámico: Antioquía, Jerusalén y Alejandría. De este modo se  desconectaron de los dos polos más grandes del cristianismo: Roma en  occidente y Bizancio-Constantinopla en Oriente; ambos pilares que defienden el Concilio de Calcedonia el “Melkita”.
Mientras que el monofisismo siríaco y copto que competían con los melkitas, da la bienvenida al   conquistador musulmán en Persia, Iraq, Egipto y en el este de Siria. Se despiden los últimos patriarcas melkitas antes de entregar sus ciudades: Sofronio, melkita nacido en Damasco entrega Jerusalén al Califa Omar, Kiros melkita entrega Alejandría a Amro Ben As, mientras que  Antioquía estaba acéfala-el obispo de Damasco entrega su ciudad vía el noble Mansur ben Sergio (el abuelo de San Juan Damasceno).
DESPUES DEL ISLAM
Las divisiones de los cristianos  y las peleas confesionales, étnicas y políticas han debilitado y muchísimo la Iglesia antes de la conquista  musulmana, peor aún, siguieron después de la misma aumentando su fragilidad y acentuando su desunión. Sin embargo, se vivieron momentos de vivacidad y de despertar con un dinamismo espiritual que hizo conservar la llama de la eterna      misión fuertemente encendida.
Hemos revisado, brevemente, la  marcha de la Iglesia durante 600 años, en su gloria y sus flaquezas, buscando siempre nuestras raíces y nuestra identidad y tradición.
Si bien es muy arduo hacer un  seguimiento de lo acontecido en los últimos 14 siglos en pocas líneas; esta presentación podría permitir que, encontremos la lección   adecuada que ponga luz en el presente y en el futuro. Por ello señalaremos a continuación sólo las estaciones  principales de su marcha.
La herejía de Iconoclasmo (destruir los íconos) 723-787y 814-842. La prohibió el Concilio Ecuménico   séptimo, su gran defensor fue San Juan Damasceno (675-749) Doctor de la Iglesia y orgullo del monasterio de San Sabas cercano a Jerusalén y el último de los Padres Orientales.
El gran cisma entre Roma y Constantinopla (1054) que sigue   vigente   hasta el día de hoy.
Las Cruzadas (1095 y 1270), con consecuencias catastróficas en las relaciones de Occidente con los    musulmanes de un lado y los cristianos de Oriente del otro, dejando recuerdos dolorosos para  todos hasta el día de hoy.

Intentos en vano, por recuperar la unidad entre las dos partes separadas de la Iglesia en los dos Concilios de Lion (1274) y Florencia (1439).
Caída de Constantinopla en manos de los otomanos (turcos) en 1453, con la consecuente quiebre y marcha atrás del cristianismo oriental y en occidente: etapa de progreso y descubrimiento de América.
División de la Iglesia en Occidente: la Reforma protestante y la reforma católica (siglo XVI). En Oriente comenzó el dominio otomano (1516) inaugurando cuatro siglos de postergación y decadencia.
(1724): División de la Iglesia  Melkita en católica y   ortodoxa.
(1869-1870): Concilio Vaticano Primero: reducción de la autoridad papal material y políticamente, pero se afianzó su posición espiritual como guía y pastor.

(1962-1965): Concilio Vaticano Segundo: convocado por el Papa  Santo Juan XXIII, y llevada a cabo por el Papa Pablo VI. Este Concilio fue el acontecimiento más  importante en la historia de la Iglesia contemporánea. Es el único entre los concilios anteriores que no entró en juicios, sino que abrió a la Iglesia al diálogo, en un pensamiento contemporáneo: con todos los cristianos, con todas las religiones.
La Iglesia Melkita se distinguió con  importantes intervenciones, bajo el patriarcado de Máximo IV Saiegh, tildado “el tremendo”. S.S. Juan XXIII y Pablo VI, le insistían diciendo: “hable, hable, porque Ud y su Iglesia dice cosas que nosotros no podemos decir, y necesitamos  escuchar”.
El número de padres conciliares fue cerca de 3000 en todo el mundo, mientras que los obispos melkitas no superó los 25. Entre ellos se destacaron: Felipe Nab´a (Beirut)  auxiliar del Secretaria General del Concilio, Elías Zgbi (Vicario patriarcal de Egipto) Joseph Tawil (Vicario patriarcal en Damasco)  Neofito Edelbi (Asesor del Patriarca), Georges Hakim (Obispo de Galilea, luego será el Patriarca Máximo V  Hakim) y el corazón del patriarcado “el discreto” Mons. Boutros Camel Medawar.  
Colaboraron muchísimo en las resoluciones y decisiones del Concilio, especialmente en “El Movimiento ecuménico y la unidad de la Iglesia” y “Las Iglesias católicas orientales”, que hizo revivir los antiguos derechos de los patriarcas antes del cisma y la igualdad en los derechos y deberes dentro de la iglesia católica entre orientales y   latinos. 
En sus intervenciones, pusieron especial atención en el campo litúrgico, defendiendo el uso de las lenguas vivas, la participación de los sacerdotes en la misma misa, la comunión bajo las dos especies. 
En lo teológico: pusieron de relieve la naturaleza de la Iglesia como comunidad sacramental, insistiendo sobre el rol de los obispos y el carácter sinodal en la Iglesia, pidiendo la disminución de la centralidad en la iglesia y la reforma de los dicasterios romanos.
Este rol ecuménico que la Iglesia  greco melkita católica desempeñó llamó fuertemente la atención de toda la iglesia ortodoxa.  Lo testimonia el caluroso recibimiento que preparó el patriarca ecuménico Atenagoras I al patriarca Melkita  Maximo IV, diciéndole: “Ud. Habló en el Concilio en nombre de todos nosotros!”
CONCLUSIÓN: 
Nuestra Iglesia oriental que llevo el mensaje de Cristo al mundo entero, vive hoy el drama de la persecución que sufrió en sus primeros años y más duros aún; pero su esperanza es inquebrantable. La iglesia Melkita goza de una singularidad incomparable en sus  raíces, no nació circunscripta a un país, sino que abarca todo Oriente Medio, y por sus largos vínculos   históricos con Bizancio de un lado y con Roma del otro, reúne en su  legado, las tradiciones, la teología, patrística, liturgia, himnografía e    iconografía. 
Por su pertenencia a la familia bizantina, oriental ortodoxa de un lado  a la comunión romana occidental católica del otro lado,   vemos que su misión ecuménica es clarísima ya que quiere ser 100% ésta y aquella al mismo tiempo, mostrando que el vocablo “católica” no es sinónimo de “latino”; y “ortodoxo” no es necesariamente  sinónimo de apartado de la comunión con Roma, justamente   como lo fue durante el primer milenio antes del cisma.  
Lo que era bueno y aceptable en el primer milenio, luego se rompió en el segundo milenio a causa de la división, ¿Por qué no se puede ser bueno y aceptable en el tercer milenio?
En cuanto a su penetración en el  mundo árabe y la traducción completa de su liturgia, teología, pensamiento literario y religioso y su larga convivencia con el Islam desde la conquista árabe, ella es un vivo  testigo de Cristo ante los musulmanes y puede afirmar que el arabismo no es sinónimo del Islam y que hay cristianos que son árabes o árabes cristianos, plenamente cristianos y plenamente árabes, cuyo rol debe ser un puente para el diálogo, la comprensión y la cooperación entre el cristianismo y el islam en el    mundo.

Traducción  y adaptación: 
Mons. Ibrahim Salaméh M.S.P.
Exarca Apostólico




Texto original:
Calendario litúrgico bizantino “Almohallen”
Autor:  Mons.Boutros Almohallen M.S.P. Obispo emérito de Galilea

Publicado en la Revista Allah Mahabba, Año XVII N° 50, Diciembre 2016.Edición impresa.

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