La idea general es que lo que habíamos adelantado en las
ediciones anteriores, no pierde vigencia, por más que en su tiempo algunos
lectores, podrían haber interpretado “como pesimista” nuestras referencias a la
situación sumamente delicada de nuestros países de origen, especialmente Siria.
Cuando hablamos de esa situación no lo enfocamos desde el
punto de vista político porque no es nuestro campo propio, sino en cuanto
afecta, a las raíces mismas del cristianismo y de modo muy particular de
nuestras iglesias locales de oriente medio.
Estamos realmente en una encrucijada, ya que cualquier
postura de nuestra parte “puede doler y…. mucho”. No tenemos la solución de
algo ajeno a nuestra voluntad ya que, pareciera tratarse de un plan internacional
que intenta re dibujar el mapa de oriente medio., destruyendo algunos países y
en el mejor de los casos, dividiéndolos
en varios estados de menor alcance político-social.
De este escenario tan dificultosamente complejo, se destaca en
relieve, se palpa… se constata a prima facie, un objetivo: que es el de
eliminar, las minorías aunque éstas, sean, en efecto, las verdaderas poseedoras
históricas de estas tierras.
En pleno siglo XXI, están siendo reclamadas, por parte de un
califato islámico absolutamente anacrónico, que pretende abiertamente, aplicar
leyes caducas y contrarias a los derechos humanos más elementales.
Tal vez, muchos emigrados o, hijos y nietos de emigrados
sirios libaneses y palestinos… no están realmente, al tanto del gran peligro
que cierne sobre las patrias de sus abuelos.
Es una gran pena, que los pueblos que ofrecieron al mundo cristiano una
eminencia de Santos Padres, de teólogos de gran porte: “Doctores de la Iglesia”,
se vean socavados en el don más preciado: la vida misma. No podemos dejar de
mencionar a un San Juan Crisostomos, a un San Cirilo de Alejandría, a San
Basilio el Grande, San Antonio de Egipto, San
Juan Damasceno, San Marón, San Efrén: el Sirio, entre
muchos otros que harían demasiada extensa la lista.
Esa tierra, que dio tantos santos frutos de Amor y Sabiduría
a la Madre Iglesia, en el mundo entero, no puede vaciarse de los cristianos
para ir a refugiarse como parias, en otras zonas del mundo. La
generosidad de las grandes potencias, no supone necesariamente colaboración y asilo, provenientes de una
auténtica y desprendida solidaridad, sino que,
pareciera más bien, una propuesta que conduce a la desintegración de los
cristianos en Oriente.
Presenciamos estupefactos, que esos mismos países que
adiestraron en las formas más sofisticadas de beligerancia a hombres en más de 83 países pretenden ahora
combatirlos vía ataques aéreos, y demás, sabiendo que el resultado será: más
destrucción en esos países y, en el fondo se asemeja a una gran farsa,
queriendo lavarse la cara ante sus pueblos y delante del mundo, a partir de
Naciones Unidas.
Vale la pena, preguntarnos nosotros aquí: ¿qué actitud hemos
asumido, frente al exterminio y desastre que están padeciendo nuestras iglesias
y nuestra gente? ¿Hemos avanzando en alguna propuesta, más allá de
algunas manifestaciones y reclamos públicos de grupos minoritarios?
Algunos paisanos, establecidos en varios países de emigración,
crearon organizaciones con el fin de asistir y ayudar a nuestros hermanos en la
fe y la tradición; y esto dio un gran ánimo, mas allá del valor material que
podrían tener tales ayudas, porque ellos: sirios, libaneses, palestinos se
sienten acompañados, en un sentir similar, patriótico y humano. Y nosotros, podríamos
decir, si realmente nos organizamos debidamente, conforme a las circunstancias
gravísimas que están atravesando: “¡ustedes no están solos!”.
A la espera de algunas expresiones de buena voluntad,
proponiendo generar acciones eficaces y directas, pedimos a Dios, la paz y la
tranquilidad para nuestro pueblo, y el fin de tamaña tragedia.
Monseñor Ibrahim Salaméh Karam
Exarca Apostólico Católico
Grecomelkita en Argentina
Publicado en la Revista Allah Mahabba
Año XIV - N° 44
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