La atmósfera festiva inherente a la celebración navideña es cada vez menos frecuente en muchas de las zonas de Oriente Medio que durante siglos albergaron nutridas poblaciones cristianas. A pesar de ser la región donde el cristianismo nació y desde donde esta fe se extendió a lo largo y ancho del mundo, el panorama que ofrece la presencia cristiana ahí es francamente deprimente. Grandes masas de fieles han emigrado en las últimas décadas hacia lugares más seguros, acosadas no sólo por las guerras y la inseguridad, sino también por el activismo del islamismo radical que las ha maltratado y discriminado de manera específica y persistente. Una proporción importante de los cristianos de Líbano, lo mismo que de los de Egipto y los territorios palestinos ha decidido exilarse, preferentemente hacia Occidente, donde la libertad de culto les ofrece un horizonte más promisorio.
Irak ha sido el país donde la situación ha cobrado un carácter más crítico. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados estima que en 2003, antes de la invasión estadunidense a esa nación, habitaban ahí un millón de cristianos, mientras que hoy en día la cifra alcanza si acaso la mitad, con una tendencia a la continuación de la huida, sobre todo después del ataque del 31 de octubre de 2012 a una de las principales iglesias de Bagdad.
Este triste panorama cuenta no obstante, con algunas luces.
A Belén, ciudad controlada por la Autoridad Nacional Palestina, ha llegado un importante flujo de peregrinos que desde diferentes partes del mundo arribaron a festejar la Navidad. La calma y seguridad que se han fortalecido en los últimos años ha alentado notablemente al turismo religioso hacia esa zona, luego de la crisis registrada durante el periodo de la segunda intifada palestina. Incluso este año más de 500 cristianos palestinos habitantes de la Franja de Gaza han recibido permiso de las autoridades israelíes para viajar a Cisjordania y poder celebrar en Belén las festividades religiosas de fin de año. (1)
Navidad en Belén |
En la primera Navidad, los ángeles anunciaron la paz de Dios sobre una de las regiones que, a lo largo de la Historia, ha estado más azotada por la guerra. Pero la Iglesia no renuncia a que ese pregón siga sonando.La Iglesia, a pesar de ser minoritaria, es uno de los actores sociales más implicados en el trabajo por la paz en todo Oriente Medio.
Los obispos de Oriente Medio han elogiado el coraje de los fieles de Tierra Santa y el conjunto de Oriente Medio, que, a pesar de sufrir en algunas ocasiones una marginalización deliberada, «se atan a la tierra de sus antepasados y afrontan valientemente, con fe y esperanza, todos los desafíos cotidianos y, a veces, hasta el martirio»; y piden aunar esfuerzos «para que los cristianos mantengan su papel en la edificación de sus naciones».
En la mente de todos están, este año, los cristianos de Siria, pero también los de Iraq, acostumbrados a vivir Navidades muy difíciles.
Estos días, la Iglesia invita a que las familias cristianas acojan a quienes están solos, y también se organizan fiestas en las iglesias. Sienten la Navidad como «la mayor fiesta del año», y «todos irradian alegría». «Aquí la Navidad se celebra mucho mejor que en Europa, donde existe la esclavitud de los regalos y el ambiente externo.
Aquí.... es más fácil tener una comprensión espiritual de la Navidad»,(2)
Monseñor Ibrahim Salaméh Karam
Exarca Apostólico Greco Melkita Católico de Argentina
Exarca Apostólico Greco Melkita Católico de Argentina
(1)Navidad en Oriente Medio por Esther Shabot Askenazi
(2)http://www.buenanueva.es/a-pesar-de-todos-los-problemas-tambien-es-navidad-en-oriente-medi/
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