Tenemos ante nosotros una tarea que tiene más sentido que nunca: mantener
viva la llama de uno de los dones más grandes que el Espíritu Santo ha dado a
la Iglesia en los últimos tiempos: la llamada a trabajar por la unidad y a
vivir en la unidad de Cristo.
Así, con la mirada puesta en el futuro, debemos acordar unas líneas de
acción encaminadas a recuperar el diálogo.
Entre ellas, destacar, poniendo de relieve, las coincidencias. Quedó
a la vista de todos que:
- los cristianos defendemos la
vida, en las marchas provida,
- a través del trabajo social con
los más necesitados,
- en la caridad,
- manteniendo viva la vocación
ecuménica;
- cuidando a través de la
formación, la preparación de las generaciones venideras
- insistiendo en todo tiempo en
la fuerza y el poder de la oración.
A pesar de las dificultades, el ecumenismo sigue vivo mientras
en el corazón de cada cristiano siga vivo el Cristo de la Amistad, el Cristo
del AMOR.
Los Santos como testigos, nos preceden y proyectan sobre nosotros la luz de
la vida nueva y la plenitud de unidad de Cristo, ellos vivieron, caminaron y
predicaron a todos, como dice la Santa Biblia, sin distinción de origen, etnia
o credo.
Nuestro Papa es muy claro cuando dice : “La unidad de los
cristianos no implica un ecumenismo de ‘marcha atrás’ en virtud del cual se
deba renegar de la propia historia de fe”.
El Santo Padre recordó los diferentes encuentros ecuménicos a los que
asistió, tanto en Roma como fuera de Italia y afirmó que “cada una de estas
reuniones ha sido una fuente de consuelo al constatar que el deseo de
comunión permanece vivo con intensidad”.
“La unidad de los cristianos es un requisito esencial
de nuestra fe" –subrayó Francisco–. Un requisito que
fluye desde el fondo de nuestro ser como creyentes en Jesucristo.
"Llamamos a la unidad porque invocamos a Cristo. Queremos
vivir la unidad porque queremos seguir a Cristo, vivir su amor, gozar del
misterio de su unidad con el Padre, que es la esencia del amor divino”.
El Obispo de Roma recordó el carácter divino del camino ecuménico, ya
que “la unidad no es el resultado de nuestros esfuerzos humanos, o
el producto de la diplomacia eclesiástica, sino que es un don del cielo”.
Según explicó, “no somos capaces de llegar a la unidad por nosotros mismos,
ni tampoco podemos decidir sobre la forma y los tiempos” en que se producirá
dicha unidad.
¿Cuál es, por lo tanto, nuestro rol? –se preguntó–.
¿Qué es lo que debemos hacer para promover la unidad de los
cristianos?
"Nuestra tarea consiste en acoger nuestro don y
hacerlo visible a todos”.
“Desde este punto de vista –continuó–, la unidad, es un camino con sus
retrasos y sus aceleraciones, e incluso con sus pausas. La unidad, como todo
camino, requiere paciencia, tenacidad, esfuerzo y compromiso. No elimina los
conflictos ni los contrastes, de hecho, muchas veces puede dar lugar a nuevos
malentendidos”.
“Debemos proseguir: no con el ímpetu de correr adelante para ganar metas
deseadas, sino caminando juntos con paciencia, bajo la mirada de Dios”
¿Que podemos agregar , cuando nuestro Pastor es tan claro?.
Solo queda poner en practica un espíritu de comunión fraterna .
Con la ayuda de Dios esperamos un futuro orientado a la superación plena de
las divergencias en camino a una concreta y visible unidad.
El Espíritu de amor nos empuja por los senderos de la
caridad. Como cristianos, católicos o no, estamos llamados sobre todo a
amarnos intensamente, con verdadero corazón, los unos a los otros.
Asimismo, estamos llamados a aliviar juntos las miserias de los
necesitados, a aliviar los sufrimientos de tantos hermanos oprimidos a causa de
la fe en Jesús, que nos invitan a alcanzar una siempre más concreta y visible
unidad entre nosotros.
No nos olvidemos de la oración, para que no sean los
proyectos humanos los que indiquen el camino sino el Espíritu Santo: Sólo Él abre la vía e
ilumina los pasos por realizar.
Caminando juntos con paciencia, invitar a muchos hermanos y hermanas en la
fe, creciendo como comunidad de discípulos que oran, aman y anuncian, que se
profundiza, conociendo y amando juntos al Señor Jesucristo.
Sonia Attara
Catequista
Parroquia Católica San Jorge
Rosario
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