Al acercarse el mes
de abril, los que formamos parte de la comunidad de la parroquia Católica San
Jorge, no podemos dejar de recordar la hermosa figura y ejemplo de santidad que
representa nuestro Patrono. Nacido en Lud, Palestina, en el siglo III miembro
de una familia fervorosamente cristiana, tuvo una infancia feliz y fue formado
en los valores de Cristo.
Al morir sus
padres, donó todos sus bienes a los pobres y decidió formar parte de la guardia
imperial. Como soldado romano, obtuvo muchos reconocimientos militares, hecho
que despertó la admiración del emperador Diocleciano, cruel perseguidor de los
cristianos.
Como el fuego del
Espíritu Santo ardía en el corazón de Jorge, elevó una queja personalmente al
emperador, en contra de esta brutal persecución, lo cual lo enfureció. Y fue
así, como Jorge subió al cadalso el 23 de abril del año 303, luego de haber
soportado torturas y flagelación, martirio que sufrió acompañado de la Gracia
de Dios en todo momento, lo que le dio fuerza suficiente para no flaquear y
seguir firme en su Fe.
Los pintores lo
representan como un jinete que pisa a un dragón y lo atraviesa con su lanza y
así salva a la hija del rey que lo contempla asustada.
El caballo blanco
significa la gracia de Dios, el dragón: el mal, y la hija del rey: la Iglesia.
Tan emblemática es su imagen que, la literatura inglesa, la toma para
simbolizar el bien triunfando sobre el mal.
Mil setecientos años después,
en el tercer milenio de la era cristiana, nosotros, miembros de la Santa Madre
Iglesia, también estamos llamados como Jorge, a la santidad.
Quizás no tendremos
que pasar por martirio, ni tampoco pensar que ser “santo” es un ideal
inalcanzable , ya que desde el bautismo aceptamos este compromiso movidos por
el amor a Jesús, María y el Evangelio.
Ser santo es
aceptar la cruz de todos los días. Irradiar nuestra fe en los ámbitos donde nos
desarrollamos: trabajo, familia. Dar testimonio, elegir el camino angosto
renunciando a nosotros mismos y pensando en el hermano. Ser cristiano es un
trabajo de todos los días.
Sigamos el ejemplo
de Jorge siendo fieles a Jesús con nuestros amigos, familiares, compañeros de
trabajo y hasta con nuestros enemigos.
Colaboremos en la
construcción del Reino transmitiendo los valores del Evangelio con nuestro
ejemplo de vida, renovando el compromiso de ser santos a diario. Nada hay más
hermoso que atravesar esta experiencia de Dios.
Silvina Possenti Farah
Catequista
Revista Allah Mahabba. Año III, Número 7. Año
2001. Edición Impresa.
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