Estimados lectores:
Tal vez, les llega, amados lectores, ésta Revista, pasada La Gran
Celebración Pascual, pero en este momento que escribimos éstas líneas, nos
sentimos llenos de esperanza y de fe, de que, todos los sufrimientos,
padecimientos, torturas; muerte y sepultura, de nuestro Redentor
y luego su Gloriosa Resurrección, están dando Fruto Abundante
en nuestro mundo de ayer y de hoy, a pesar de los acontecimientos, dolorosos
que padece la humanidad.
Por experiencia, ya
sabemos que el Señor acompaña, a los piadosos fieles, en las buenas
y en las malas…porque Él es el Sostén, de sus creaturas, que
esperan siempre en el Señor. Lo más patente, se nos presenta en la vida de
tantos Santos, que supieron llevar, a veces, las cargas más enormes que puede
soportar un ser humano.
Sin embargo, los ojos
puestos en el Resucitado, el auxilio y el socorro no tardó en colmar sus almas.
No me puedo alejar de
la realidad, que vivimos hoy día, donde muchos cristianos, en Siria, en Irak,
en Egipto, en Líbano, enfrentan la aniquilación
más atroz por conservar, su fe cristiana, rechazando la violencia de esos
fundamentalistas que se caracterizan por una violencia inaudita, que creíamos
que ya habíamos dejado atrás hace siglos y no volveríamos más a esta
crueldad, estando en pleno siglo XXI.
Como olvidarnos
estando a pocos días, de celebrar a nuestro megalo mártir
San Jorge, que siendo joven, y abierto a la vida con tantas posibilidades,
despreciando todas las promesas que le hiciera el emperador, no quiso claudicar
en absoluto, en los más mínimo, en la defensa férrea de sus hermanos en la fe: los
cristianos, ofrendando su propia vida.
El, se constituye,
para todos nosotros, en un gran ejemplo, que debe tocar la conciencia de
los devotos, a éste gran Santo, especialmente las
comunidades nuestras de Córdoba y Rosario, anhelando que se exprese en ambas
comunidades al mejor estilo en la devoción y en imitar su
ejemplo.
También es propicio mencionar,
que en Agosto venidero, será declarada Santa, nuestra
querida paisana: Sor María de Jesús
Crucificado, que fue melkita, oriunda de Palestina,
quién sufrió horrores a mano de fanáticos islamistas en
Egipto. Ella había integrado la comunidad de
las carmelitas, dejando éste
mundo siendo muy joven: 32 años, con tanta abnegación, entrega que
practicó en su vida. Después la lista, será interminable, si cedemos “a
la tentación” de enumerar tantos santos del pasado y de
nuestros días en los países de Oriente Medio.
Vista la situación más
que dramática que se vive…. quisiera someter a su consideración
y sensibilidad una
propuesta que tan deseable sería por el patriarcado y los cristianos de ésta
zona del mundo tan afectados, en efectivizar, una colaboración real para con
ellos, ya que participaré en el Santo Sínodo Grecomelkita, en el mes de junio
en Líbano. De este modo tendremos la posibilidad de hacer llegar
directamente a los sufrientes que viven éste estado de prolongada
beligerancia impuesta.
Además de no perder de vista la ayuda celestial, podemos brindar, a través de la oración, tan eficaz...nuestra espiritual cercanía expresándola a nuestros hermanos, en sentidas plegarias elevadas al Dador de Todo Bien.
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