viernes, 27 de septiembre de 2024

Hoy, 30 de setiembre, celebramos a San Jerónimo, Doctor de la Iglesia

San Jerónimo, tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín. 
Es considerado Padre de la Iglesia, uno de los cuatro grandes Padres Latinos.

Fecha de la muerte30 septiembre de 420 d. C., Belén

Él fue un gran enamorado de Cristo y puso todo su empeño en conocerle más y en imitarle mejor. De aquí sus dos grandes ideales: la Sagrada Escritura y la vida monástica. Con este anhelo entre manos, vive unos pocos años en el desierto de Calcis y, después de otras andaduras, se retira a Belén, donde funda un monasterio en el que se dedica a las alabanzas divinas, a escudriñar la Palabra de Dios y a la penitencia.

Allí acabó sus días en el año 419 0 420.
Pero su espíritu persiste en el tiempo por su fama de santidad y por sus escritos, medios de que se sirvió la Providencia para que durante el siglo XIV diversos grupos de hombres, en España y en Italia, con deseos de vida perfecta, inspirándose en la vida y enseñanzas del santo, intentaran vivir su carisma bajo distintos aspectos, dando origen a otros tantos institutos de vida consagrada.

Nos situamos, pues, en el siglo XIV español. Un siglo decadente bajo todos los aspectos, también el religioso y eclesial. Pero suenan gritos de reforma. Y aquí es donde hay que colocar los orígenes de la Orden de San Jerónimo, que es uno de los primeros frutos de esa reforma deseada. Diseminados por distintos puntos de la geografía ibérica surgen grupos de ermitaños que profesan especial devoción y tienen un gran deseo de imitar a aquel santo y docto varón.
Estos ermitaños, entre los que destacan Pedro Fernández Pecha y Fernando Yáñez de Figueroa, después de varios años de vida eremítica, consideran que sería más provechoso atarse con los vínculos de alguna regla aprobada y deciden abrazar la vida cenobítica

Gregorio XI les concede esta gracia el 18 de octubre de 1373, les otorga la Regla de san Agustín, les permite que puedan hacer constituciones propias y que se llamen hermanos o ermitaños de San Jerónimo. Desde entonces comienza la evolución por constituir en monacato regular lo que tan espontáneamente nacía al soplo del Espíritu Santo.

Ya en 1415, fecha de la unión de la Orden, pueden contarse veinticinco monasterios. Siguen las fundaciones, principalmente en el siglo XVI, hasta llegar a 48 monasterios cuando llega la revolución liberal del siglo XIX, habitados entonces por unos mil monjes, que se ven obligados a abandonar para siempre sus monasterios. La suerte de estas casas fue muy diversa: los más acabaron en ruinas, otros fueron rescatados por la Iglesia o entregados a otras órdenes religiosas, otros quedaron convertidos en cualquier cosa: fábrica de cerveza, cebadero de cerdos, fincas de recreo...Pero cuando todavía no habían transcurrido los cien años que el derecho eclesiástico señala para la prescripción canónica, gracias a las oraciones y a las ayudas de las monjas jerónimas, a las que no había afectado la exclaustración, en 1925 se obtiene de la Santa Sede un rescripto de restauración, y ésta comienza en el Monasterio de Santa María del Parral, en Segovia. Más la república de 1931 y la guerra civil de 1936-1939 y dificultades de diverso género obstaculizan la marcha, hasta que puede constituirse el gobierno general en 1969.

En la actualidad existen dos comunidades, una en Santa María del Parral y otra en San Jerónimo de Yuste (Cáceres). La Orden Jerónima es una institución monástica, de tendencia puramente contemplativa, que en soledad y silencio, en asidua oración y animosa penitencia, pretende llevar a sus monjes a la unión con Dios, consciente, por otro lado, de que cuanto más intensa sea esta unión por su propia donación en la vida monástica, tanto más espléndida se hace la vida de la Iglesia y más vigorosamente se fecunda su apostolado.

En este clima, la vida del monje jerónimo se desarrolla dedicando la mañana al trabajo, medio normal para subvenir a sus necesidades, para ayudar al hermano necesitado y para mantener el equilibrio interior. La tarde la dispone para dedicarse con asiduidad a ejercicios de vida contemplativa e intelectual: oración lectura, estudio... Y en el curso del día, santificando todas las horas, la celebración cantada de la Liturgia de las Horas -las alabanzas divinas- y la Misa Conventual, primordial ocupación del jerónimo, que orienta toda su manera de vida, sus leyes y costumbres.Por otra parte, la hospitalidad es la forma más expresiva de la caridad del monje con el prójimo.

La experiencia tiene demostrada que es una forma exquisita y eficaz de apostolado. Es gratificante observar que, en medio de un mundo que introduce inquietud y disipación en el corazón del hombre, hay quienes -creyentes o no creyentes- llaman a la puerta del monasterio con el anhelo de vivir un tiempo en la soledad monástica para buscar al menos la paz interior.
Por eso la caridad pastoral impone a la comunidad monástica una fraterna acogida a todo el que quiera compartir seriamente su vida, siempre que queden garantizados dentro del monasterio la soledad, el silencio y el orden.

Junto a los Jerónimos, surgen las Jerónimas. Todo un linaje de claras y virtuosas mujeres que siguen sus huellas, como en otro tiempo las santas Paula y Eustoquia siguen a Jerónimo. La cosa comienza en Toledo.
Un grupo de mujeres de santa vida, entre las que destacan doña María García y doña Mayor Gómez, empiezan ejercitándose en obras de humildad y caridad y, por fin, se retiran a una casa de su propiedad para consagrar sus vida a Dios en oración y penitencia. Alma de esta floración es fray Pedro Fernández Pecha que en 1374 fundaba el Monasterio de Santa María de La Sisla en las proximidades de la ciudad. Él las atiende, las orienta y les va perfilando su modo de vida en todo semejante a la recién fundada Orden de San Jerónimo.

Este primer brote dio origen al Monasterio de San Pablo de "beatas de San Jerónimo", como se las comenzó a llamar. Se mantienen con gran fama de observancia y santidad y propagan por distintos lugares de España.

En la actualidad existen 17 monasterios, la mayoría de los cuales, a pesar de sus muchos avatares a través del tiempo, perseveran desde su fundación.




Referencia  bibliográfica:
Autor: Monasterio de Santa María del Parral | Fuente: www3.planalfa.es


jueves, 19 de septiembre de 2024

Monasterio de Santa Tecla • Mar Takla (Maalula • Siria • Syrie • Syria •...


Santa Tecla, fue una mártir anatólica del siglo I, venerada como santa por la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa. 
Tecla fue reverenciada como un modelo de castidad femenina por los primeros movimientos ascéticos cristianos, especialmente en Egipto, Siria y Armenia.​ Su culto estuvo muy difundido en las ciudades de Seleucia, Iconium (actual Konya) y Nicomedia. En la iglesia Ortodoxa, donde la gran difusión de los Hechos de Pablo y Tecla generó una fuerte veneración por Tecla, es considerada «protomártir entre las mujeres e igual a los apóstoles».

En su segundo viaje apostólico, hacia el año 48, San Pablo visita Iconio acompañado de Bernabé. Es una ciudad de Asia Menor que hoy forma parte de Turquía. Al entrar en la ciudad es invitado cortés y amablemente por Onesíforo a hospedarse en su casa.


Las puertas están abiertas a quien quiera escuchar el anuncio del Evangelio. A la casa van acudiendo las gentes. Pero, aparte de los que se reúnen, alguien más escucha la Palabra. Se proponen doctrinas nuevas que resultan inauditas y apasionantes como la continencia y la resurrección.

Frente a ese punto de encuentro tiene su hogar una familia noble y rica. Allí vive Tecla con sus dieciocho años. Es la hija bellísima y casadera que se embelesa con lo que le llega de la predicación del Apóstol. Su madre está inquieta y sumamente molesta porque sólo vive para escuchar lo que se está diciendo en la casa de enfrente; la ha visto como en éxtasis, ausente... ni siquiera come, día y noche está sin pestañear clavada en la ventana, no pierde detalle. Termina por comunicar a Tamiris, novio de Tecla, su preocupación. Todos los esfuerzos familiares se han aunado para hacerla desistir de su actitud y todos los razonamientos resultan vanos a la hora de intentar que la joven se olvide de lo que está escuchando. Ella ha tomado la resolución de abandonar su vida cómoda y sus planes de futuro matrimonio, sólo quiere seguir a Jesús de quien Pablo habla.

Entre los amigos primero y entre conocidos después va de boca en boca corriendo la noticia de lo que pasa a Tecla por escuchar a ese predicador acerca de un judío resucitado. La clase alta de la ciudad se conmueve hasta tomarse la resolución de acusar a Pablo a las autoridades por brujería y hechizos.

Pablo es encarcelado y Tecla, sobornando al carcelero, entra loca de alegría en la cárcel y escucha horas y horas las grandezas de Dios, sentada en el suelo junto a los hierros del preso. Pablo fue azotado cruelmente y penado con el destierro. El delicado amor de Tamiris se trueca ahora en desesperación y odio contra quien fue su amada y se prepara una hoguera donde Tecla va a ser castigada. Es salvada milagrosamente de las llamas y marcha de Iconio tras aquel hombre que inflama con el ardor de lo que predica. Ella misma va transmitiendo a todos el porqué de su modo de vivir, que es el amor.

Muy anciana ya Tecla es tragada por la tierra.
Este relato, forjado entre la verdad histórica y los entresijos de la fábula fue alimento en el amanecer del cristianismo para las primitivas comunidades cristianas
La dulce virgen doncella de Iconio, de la que no hay constancia en los escritos neotestamentarios, fue contemplada como la doctrina de Pablo personificada. Este apócrifo recorre el mundo cristiano oriental y occidental sin que se pueda acertar a establecer dónde está la historia y dónde la poesía o invención, pero en cualquier caso es paradigma de la entrega a Dios y de la fidelidad a su Palabra. 

Ya en el siglo XIV, una reliquia suya llegó de Armenia a Tarragona de la que es patrona.

Fuentes digitales: 
http://es.catholic.net/op/articulos/31969/tecla-de-iconio-santa
https://es.wikipedia.org/wiki/Tecla_de_Iconio
Actualización del artículo: 27.08.19

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Hermanos, el mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, es fuerza de Dios.

 Exaltación de la Santa Cruz 
La Iglesia Católica, muchos grupos protestantes y ortodoxos celebran la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz el 14 de septiembre, ya que ese día es el aniversario de la consagración de la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén en 335. También se dice que ese día se conmemora la recuperación de la Cruz por Heraclio en el 628 de manos de los persas, que la tenían en su poder desde 614.

Lecturas Dominicales: 
Santo Evangelio según San Juan 12:28-36
Primera carta de San Pablo a los Corintios 1:18-24
Santo Evangelio según San Juan 19:6-11, 13-20, 25-28, 30

Usamos de la señal de la Cruz de dos maneras: santiguándonos y persignándonos. Santiguarse es llevar las yemas de los dedos de la mano derecha de la frente al pecho y del hombro izquierdo al derecho (los orientales invierten el movimiento horizontal: y llevan la mano del hombro derecho al izquierdo para ser como un reflejo exacto de los movimientos del sacerdote que bendice).
Al mismo tiempo que uno se santigua dice: “In nomine Patris (+), et Filli (+), et Spiritus (+) Sancti. Amen” (En el nombre del Padre (+), y del Hijo (+), y del Espíritu (+) Santo. Amén)

Hay quienes acostumbran al final besar el dedo pulgar extendido sobre el índice formando una cruz, como reverencia y devoción al signo de nuestra redención. Sin embargo, por piadosa que sea esta práctica no forma parte del acto de santiguarse. Cuando se hace la señal de la cruz tomando el agua bendita se ha de decir primero, al sumergir los dedos en la pila: "Que esta agua bendita, nos sea salvación y vida"

Santigüémonos frecuentemente: cuando comenzamos el día, al salir de casa, al pasar delante de una iglesia, en los peligros y tentaciones, al entrar y salir de la iglesia, al oír blasfemar o jurar, al bendecir la mesa, al empezar una obra importante, al pasar frente a un cementerio o encontrarse con un cortejo fúnebre como señal de respeto a las ánimas de los difuntos, al volver al hogar y al encomendar nuestro sueño a Dios.

Además de santiguarnos también nos persignamos y lo hacemos con la yema del dedo pulgar de la mano derecha, haciendo pequeñas cruces respectivamente sobre la frente, los labios y el corazón y, acto seguido, santiguándonos. Al hacerlo decimos: Per signum (+) Sancta Crucis, de inimicis (+) nostris, libera nos (+), Domine Deus noster. In nomine Patris (+), et Filli (+), et Spiritus (+) Sancti. Amen” (Por la señal (+) de la Santa Cruz, de nuestros (+) enemigos líbranos (+), Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre (+), y del Hijo (+), y del Espíritu (+) Santo. Amén)

Esta manera de hacer la señal de la cruz se emplea para empezar algún ejercicio de piedad importante, como el Via Crucis, el Santo Rosario, las Coronas de Gozos y Dolores, las Novenas, la meditación, etc. 

También cuando, al entrar en la iglesia, después de santiguarnos con el agua bendita y hacer la genuflexión ante el tabernáculo, nos arrodillamos para empezar nuestras devociones.(1)

Hacer la señal de la cruz, sea santiguándose sea persignándose, es un acto de la virtud de religión, que debemos hacer con toda devoción y decoro y no,  de cualquier manera. Muchas veces parece que algunas personas hacen una mueca o un pase mágico en lugar de evocar el signo bendito y sagrado de nuestra salvación. 

Es como si nos avergonzáramos de que nos vieran y tratáramos de disimular. No: el cristiano ha de confesar a Cristo delante de los hombres (si no quiere que Jesucristo se avergüence de él delante de Dios Padre) y, por consiguiente, debe santiguarse o persignarse de modo sobrio, pausado y sin precipitaciones. Es una elemental regla de urbanidad para con Dios. 

Si nos esmeramos en homenajear a los grandes de este mundo al saludarlos, ¡cuánto más debe ser nuestro cuidado al dirigirnos a Dios e invocar su asistencia con la señal de la Cruz! 

Que ésta sea hoy la enseñanza del gran día de la Exaltación de la Santa Cruz.

(1)  http://costumbrario.blogspot.com.ar/2009/09/14-de-septiembre-la-exaltacion-de-la.html


sábado, 7 de septiembre de 2024

El Nacimiento de la Virgen María

Por tu santo Nacimiento, oh Purísima, Joaquín
y Ana fueron librados de la pena de la esterilidad,
Adán y Eva, de la corrupción de la muerte,
y tu pueblo lo celebra siendo redimido
de la culpa de sus transgresiones al exclamar:
“La estéril da a luz a la Madre de Dios, la alimentadora de nuestra vida.”



De acuerdo con el plan divino, Dios dejó a Joaquín y Ana sin descendencia hasta que pasaron la edad de la fertilidad. Mas posteriormente, por sus ruegos, lágrimas y oraciones, les otorgó lo que esperaron toda su vida; así vino María, la virgen, fruto de la gracia, bendición y ternura divinas.
Al día siguiente del nacimiento de la Purísima Virgen María, la Iglesia conmemora el día de sus padres — justos Joaquín y Ana.
Joaquín provenía del rey David. Muchos descendientes de David vivían con la esperanza de que en la familia iba a nacer el Mesías, porque Dios le prometió a David que en su generación iba a nacer el Salvador del mundo. Ana descendía por parte de padre del sacerdote Aarón y por parte de madre del ramal de Judas.
Los esposos pasaron toda su vida en la ciudad de Galilea , Nazaret. Sobresalían por su vida virtuosa y buenas obras. Su mayor pena era la falta de hijos. Sin embargo como lo dicen las profecías, Joaquín llevó sus ofrendas al templo de Jerusalén, pero el sumo pontífice se negó a recibirlo, acusando la ley, que no permite recibir ofrendas de personas que no dejasen descendencia en Israel. Muy duro fue soportar en el templo esta ofensa a los esposos, donde esperaban encontrar alivio para sus penas. Pero ellos a pesar de su edad madura, sin rencor continuaban pidiendo a Dios, hacer un milagro y enviarles un niño.
Al fin el Señor oyó sus oraciones y envió al arcángel Gabriel para avisar a Ana que ella iba a concebir un niño. Y realmente prontamente Ana concibió y nació una niña. Alegrándose los padres La llamaron María. De esta forma el generoso Dios gratificó la fe y paciencia de los esposos y les dio una Hija, quien trajo la bendición a todo el género humano![1]