Hombre de fe, es lo primero que quiero decir.
Conjugaron en él la fe y la arabidad siria.
La fe: heredada, apropiada, vivida minuto a minuto en su larga vida.
Un servidor incansable a la Iglesia de Cristo, y venerador de San Jorge. Una actividad cristiana al servicio de nuestra iglesia hasta que su cuerpo se lo impidió.
Transitó la vida en la fe. Creencia que trascendió el plano espiritual.
Construyó una familia, honró su matrimonio junto a Sofía, su compañera de siempre. Y su herencia más preciada: hijos, nietos, nietas, bisnieta.
Para nuestra colectividad, partió el primer socio fundador, el socio número uno del Club Social Argentino Sirio, creado en la parroquia San Jorge, acontecimiento que protagonizó con orgullo y nostalgia, entre otros tantos bellos recuerdos: la orquesta de la Parroquia, la participación en los carnavales, las veladas árabes, las pascuas de resurrección, la festividad de San Jorge…
¡Cuánto para decir de nuestro querido Salvador!.
Honesto, atento, amistoso, con una lealtad y sencillez que emociona.
Salva, no te fuiste.
Como dice mi padre, dejaste “tu aroma”. Como tantos otros grandes hombres y mujeres, pioneros/as de nuestra comunidad que partieron.
En el incienso de cada domingo estará tu olor. En el altar, en cada vela encendida estará tu luz. En cada rincón del templo permanecerá tu palabra suave, delicada, tu sonrisa genuina. Porque tu andar y hacer era en oración.
Amigo leal, la santidad en tu ser.
Tu memoria será eterna. Estás en nuestro corazón.
Georgina Habelrih
Rosario, 30 de mayo del 2021
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