La educación en la
fe por parte de los padres es deseable que comience desde la más tierna
infancia. Esta educación se hace cuando los miembros de la familia se ayudan
para crecer en la fe mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo
con el Evangelio.
La responsabilidad
de la familia es la de ser comunidad de vida y de amor: custodiando, revelando
y comunicando el amor. Se trata del mismo amor de Dios cuyos intérpretes en la
transmisión de la vida y en su educación,
según el designio de Dios son los padres. Así, el amor, es bienvenida,
acogida, entrega.
En la familia, cada
uno puede ser reconocido, respetado y honrado por ser persona. La familia está
llamada a esto, a lo largo de la vida: es el ámbito donde de modo adecuado, nos
sentimos protegidos contra múltiples asechanzas.
Como iglesia
doméstica, la familia está llamada a anunciar, celebrar y servir el Evangelio
de la vida mediante gestos y expresiones concretas, los padres inician a sus
hijos en la auténtica libertad: cultivando el respeto por el otro el sentido de
la justicia, el diálogo, el servicio generoso, la solidaridad y demás valores
que ayudan a vivir la vida como un don.
La catequesis
familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe.
Haciendo una
pequeña reflexión sobre nuestro acontecer en esta vida pareciera que el único
aspecto verdaderamente transitorio de la misma es lo que tiene como posibilidad
de llegar a concretarse y que en un momento dado se efectiviza: se hace
realidad, se guarda y se entrega al pasado, de donde se rescata y preserva de
la transitoriedad.
Normalmente,
pasamos por alto el fruto ya ganado del pasado de donde recuperamos todas
nuestras acciones, nuestros goces, nuestra sabiduría, nuestro sufrimiento. Nada
puede deshacerse y nada puede volverse a hacer.
¡Qué hermoso será
entonces poder conservar en nuestros recuerdos acuñados el haber podido y
deseado profundamente acompañar a nuestros hijos en el crecimiento de la fe!
Será humanamente,
nuestro pequeño gran tesoro guardado, en el cofre de las acciones paternas y
será para nuestros hijos, la enseñanza que iluminará sus vidas, acompasará sus
tristezas y resignificará con brillo espiritual los grandes acontecimientos de
su vida.
Con una catequesis
familiar, padres y catequistas nos organizamos ocupándonos respectivamente: los
catequistas de la formación sistemática y de iniciación y los padres de la
catequesis ocasional que, da lugar a través de los acontecimientos de la vida
familiar, de celebrar la fe en sus hogares y de apoyar, animar y acompañar el
proceso de sus hijos a fin de que encarnen lo que aprenden y puedan unir la fe
a sus vidas.
La Parroquia, como
comunidad eucarística es el corazón de la vida litúrgica de las familias
cristianas: es un lugar privilegiado para la catequesis de niños y de padres.
Es entonces, bajo este ámbito donde nosotros hacemos una cordial invitación a
la reflexión comunitaria y la participación de la vida de iglesia,
especialmente en este período en el que sus pequeños recibirán- Dios mediante-
los primeros conocimientos acerca de lo que Jesús nos reveló y nos prometió además de recibir el Sacramento de la Reconciliación y la
Comunión.
Lic. Susana Moreno
Catequista
Referencias bibliográficas
San Juan Pablo II. Encíclica
Evangelium Vitae, 25.03.1995
Viktor Frankl. El hombre en busca
de sentido, 1946 1º edic.Inés Ordoñez de Lanús. Guía del catequista, Ed. Paulinas.
Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica.
Revista Allah Mahabba, Año III Numero 7, 2001. Edición impresa.
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