Palabras de Nuestro Padre Obispo:
En Oriente siguiendo una tradición pagana, solían dedicar un día jueves que se lo llama “jueves de los borrachos” –“al Sakara”-. El motivo es porque el viernes naturalmente es de abstinencia, el sábado día de los difuntos y el domingo día del Señor. Entonces quedó el jueves como la opción, antes de iniciar el lunes la Santa Cuaresma.
También en occidente en la lengua
francesa se lo llama “Mardi gras” y en el habla inglesa “fat
Tuesday” que será traducido el martes graso. Mientras que en América
latina ésta práctica no es costumbre o tradición. En el rito latino, la cuaresma se inicia con
el miércoles de ceniza.
Aquí se adoptó una tradición de
carnaval, que significa “levantar la carne” de los alimentos.
Los orientales, suelen imponer un
régimen de comida y de bebida desde la medianoche hasta el mediodía del día
siguiente a partir del lunes.
La Santa Iglesia católica
teniendo en consideración los cambios de ritmo de la vida moderna, modificó el
régimen de los alimentos, marcando especialmente el significado más bien
espiritual de la Gran Cuaresma.
En realidad, lo traducen como la Gran Lucha del alma, contra todas
las tentaciones del mundo, tratando de purificar todos los sentidos, que la
lengua se acostumbre a alabar al Señor y edificar al prójimo, en vez de
calumniar, perjudicar a los hermanos y hermanas. Lo mismo para los ojos, los
oídos y demás sentidos.
De ahí, nos damos cuenta, que no
entramos en un régimen de comida y de bebida, sino en una lucha espiritual,
contra nuestro egoísmo, nuestra inclinación hacia el mal, para estar siempre al
servicio del Señor, a través del amor y solidaridad al prójimo.
La oración viene acompañando las
obras del espíritu, porque la oración se lleva a la práctica a través de las
acciones caritativas hechas con la pureza del corazón, sin omitir que según la
medicina actual abstenerse un tiempo de alimentos no tan benéficos, podría
ayudar a depurar el organismo de excesos. Al mismo tiempo sentir en nosotros
mismos “el hambre” que padece una franja importante de personas en nuestro
mundo genera necesariamente una actitud solidaria con los más necesitados.
Así hicieron nuestros ancestros
en Antioquía, cuando les llegó la noticia de que sus hermanos cristianos en
Palestina padecían penurias, debido a las inclemencias del tiempo. Se impusieron tres días de ayuno completo para
mandar un socorro alimenticio a sus hermanos que padecían hambre.
En ese sentido, la abstinencia
dio un resultado esperable y benéfico, acorde a los sentimientos nobles,
generosos que expresan en concordancia con sus oraciones elevadas a Dios,
repercutiendo positivamente en sus hermanos.
Para terminar, hay que considerar
ese tiempo de la Santa Cuaresma como tiempo de gracia y de oportunidad que el
Señor nos otorga para volver a la Buena Senda, corrigiendo actitudes que
cambiadas fortalecen el espíritu en contra de las tendencias mundanas dominadas
por fuerzas adversas a Dios y a los seres humanos y aumentando al mismo tiempo
y a pesar de nuestras caídas, nuestra estima espiritual.
Es tiempo para tomar conciencia
de que nuestras relaciones humanas no deben ser regidas permanentemente por
intereses materiales, lucrativos, de conveniencias, sino sobre la vida de hermanos
que se apoyan mutuamente en encontrar el rostro de Jesús y poder testimoniar a
los demás nuestro amor y agradecimiento a la Salvación obrada por nuestro Señor
Jesucristo.
Suplico a Dios nuestro Salvador,
derrame sobre cada uno de ustedes, una bendición especial para vivir sana y
santamente la Gran Cuaresma de Pascua y celebrar juntos la Resurrección de
Cristo Jesús al tercer día, diciéndonos mutuamente:
Al Masij Kam!
Cristo Resucitó!
Jristos Anesti!
No hay comentarios:
Publicar un comentario